42 - Otra clase de monstruo

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Nevan contuvo el aliento y retrocedió

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Nevan contuvo el aliento y retrocedió.

La brea que escupía la grieta en el espacio sobre el cristal pronto emitió un hedor asqueroso. También continuaba gruñendo y gimiendo, estos más similares a quejidos humanos que sonidos animales.

Con un mal presentimiento el joven mago comenzó a mirar a su alrededor, buscando formas de lidiar con aquel espectro masivo, pero de pronto el filo de una cuchilla oscura apareció muy cerca de su rostro, apenas dándole tiempo a agacharse y esquivar.

Gracias a la intervención de Esurt, quien usó una fuerte llamarada para alejarle, la marioneta esquelética de la nalari Lyena se echó hacia atrás varios metros para deshacerse de su túnica raída ahora en llamas.

—¡¿Esa cosa sigue viva?! —exclamó Nevan.

Pero esta parecía lista para seguirle atacando, de no ser porque tres flechas de luz le golpearon en el cráneo en rápida sucesión, haciéndole caer al suelo muy cerca de donde estaba el charco de brea del gigantesco espectro.

—¡Merath!

Merath Ar'Farith apareció detrás de una alta ropa, con arco platead en mano y medio encorvado, pálido, con claros problemas para mantenerse en pie por cuenta propia.

Nevan corrió hacia él y le ayudó a mantenerse erguido, ambos alejándose de la brea negra a paso lento mientras esta continuaba expandiéndose.

La caverna estaba bajo total caos considerando cómo los nalari gritaban de un rincón a otro, a diferencia del gigantesco espectro que se limitaba a temblar en donde estaba a medida que su cuerpo iba tomando una forma más definida, como creciendo carne y órganos al absorber la brea.

El suelo temblaba cuando el coloso parecía tambalear y numerosos fragmentos de roca comenzaron a caer por todas partes.

De algún modo la distracción del gran espectro y la batalla que Sedeos Eid'Viaj aún mantenía con Muved sirvieron para distraerles y crear una oportunidad para que Nevan pudiese llevar a Merath a un lugar seguro.

Ambos pudieron esconderse tras un cúmulo de rocas, pero la preocupación de Nevan solo creció al ver al elfo al borde del desmayo.

—¿Qué ocurre? ¿Te lastimaron? —preguntó el mago.

—No... —Merath negó con la voz débil, negando con la cabeza para hacer énfasis—. Es eso... —apuntó vagamente en la dirección del cristal—. Lo que sea que los nalari le estén haciendo al cristal está afectando a todos los elfos. No soy solo yo y el comandante, incluso Muved Ars'Ilen...

Aunque los dos elfos mencionados continuaban pelando, al asomar un instante para observarlos Nevan entendió a qué se refería.

Si bien la batalla parecía no dar tregua, sus movimientos eran lentos e imprecisos, pero ambos parecían empecinados en continuar, y Nevan solo podía atribuirlo al efecto del cristal.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora