Aquel día Nevan despertó antes del amanecer gracias al rugido del mar bravo.
Pudo haber tratado de conciliar el sueño, pero en vez de eso creó una burbuja de luz y se sentó en su cama, antes de tomar el grueso tomo con los cuentos relacionados a Itier que encontró el día anterior.
El primer relato le había dado una idea que no abandonaba su mente, y aunque las demás historias eran simples cuentos con moraleja, siguió leyendo con la esperanza de encontrar algo similar al primero. Una pista, lo que sea...
Para cuando iba por la mitad del libro el cielo ya había aclarado y decidió levantarse, pero entonces escuchó un par de voces fuera de su cuarto, y cuando iba a ver qué sucedía alguien golpeó su puerta con fuerza.
—¡Grant!
Era Merath, y sonaba urgido. Nevan abrió la puerta y le encontró con nieve en el cabello, la nariz enrojecida y la respiración agitada.
—Ven rápido. Mi ni'ila acaba de llegar a la fortaleza.
—¡¿Mjiern?!
Sin siquiera lavarse la cara Nevan tomó su abrigo, se puso las botas de un tirón y salió de Papeles a paso acelerado, incluso olvidando que habían guardias apuntando armas peligrosas a su nuca.
Ninguno de los dos dijo una sola palabra en el camino hacia la entrada de la fortaleza, aunque había cierto silencioso entusiasmo compartido a juzgar por la forma en que ambos avanzaban a zancadas aceleradas.
Aquella mañana la nieve caía calma en el interior de la fortaleza, mientras que en el exterior la tormenta eterna se agitaba salvaje. A pesar de la calma no encontraron a nadie en las calles, y cuando finalmente escucharon el ruido inconfundible de una multitud, fue cuando llegaron hasta la entrada de la fortaleza.
Allí encontraron a un grupo de más de diez elfos, todos ellos hablando al mismo tiempo, armados, vestidos con ropajes gruesos que bien podían ser uniformes, y delante de ellos una figura esbelta familiar.
Su cabello blanco atado en una coleta alta destacaba por encima de todos los demás quienes tenían las cabezas cubiertas con capuchas, y aunque no alzaba su voz por encima del bullicio, los demás parecían ponerle atención en todo momento.
Mjiern Ar'Fatirh hizo un gesto con una mano, como dando órdenes, y la mitad del grupo se dispersó. Fue luego de esto que ella pasó la mirada por el camino que tenía por delante que distinguió a Nevan y a su hermano.
—¡Nevan! ¡Merath!
Ella soltó un pequeño chillido de alegría tras gritar sus nombres y se apresuró a ir hasta ellos, casi dando saltitos.
Nevan pensó que aquel sería un fantástico día, solo hasta que Mjiern llegó hasta él y le dio un abrazo tan fuerte que reajustó todos los huesos en su espalda.
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La Balanza de Itier | El Legado Grant II
FantasyTras diez años de encierro en la academia de magia de Marvelir, Nevan Grant regresa a su tierra natal para reconciliarse con su pasado, pero la libertad de la que goza es amarga, pesada, y las pesadillas junto con la culpa de lo que vivió en aquella...