5 - Voces distantes

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Al aproximarse a la entrada lo primero que llamó la atención de Nevan fue un enorme pilar

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Al aproximarse a la entrada lo primero que llamó la atención de Nevan fue un enorme pilar.

Era realmente gigantesco. Una mole de piedra grisácea de al menos diez metros de alto, de bordes lisos que nacía de la tierra como la cosa más natural del mundo y se alzaba por encima de los grandes árboles oscuros.

Al principio Nevan pensó que podía tratarse de uno de los pilares de una barrera, pero era demasiado grande y no tenía ninguna runa tallada. Incluso consideró la posibilidad de que fuese una formación rocosa natural, pero era demasiado perfecta para eso.

En una situación normal el chico simplemente habría pasado de esto, pero en el momento que se acercó lo suficiente pudo sentir algo... extraño. Algo completamente fuera de lugar.

Al principio no estuvo seguro de qué fue. Se sentía como una opresión en cierta área cercana al camino y la entrada del bosque, un tanto similar a la sensación aplastante de un campo de gravedad, sin embargo esta era distinta.

Estaba casi seguro de que había alguna energía densa cerca, pero aunque quiso detectarla no encontró nada. Y aún así la presión no se iba.

<<Debe ser cosa de este bosque.>>

Tampoco era como si tuviese otra explicación, y en el fondo no importaba pues debía continuar su camino.

Avanzó a paso lento, observando todo cuanto tenía a su alrededor, sin embargo en el momento que dio dos pasos dentro del límite del bosque una sombra bloqueó su vista por una fracción de segundo y un fuerte sonido de algo arrastrándose le hizo entrar en alerta.

No supo exactamente qué había pasado hasta que ya era tarde. De un segundo a otro el bosque había cobrado vida como una trampa cerrándose sobre su presa, y una gruesa capa de ramas y arbustos se formaron a solo centímetros de su espalda, creando un muro de miles de delgadas ramas tan compactas y en estrecha unión que era imposible meter una mano entre ellas.

Nevan no podía creer lo que estaba viendo. Solo un instante atrás aquella era una entrada despejada, y ahora se trataba de un muro verde y vivo que iba desde sus pies hasta varios metros por encima de los árboles.

El mago intentó cortar el muro con su espada, y cuando eso no funcionó probó con fuego, obteniendo el mismo funesto resultado.

—Parece que los rumores sobre este bosque no eran chiste, huh.

Pero fuera de eso no ocurrió nada demasiado extraño. Sí, ya no podía regresar, pero no tenía pensado hacerlo, sin embargo aquello le dejaba claro que el bosque negro de Andaluvan Mael no podía tomarse a la ligera.

Así que se forzó a respirar profundo, guardó su arma y dio media vuelta.

—Tranquilo Nevan —se dijo a sí mismo—. Solo es un montón de arbustos con vida propia. Has tratado con cosas peores... Creo.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora