43.5 - Mientras la esperanza viva (parte II)

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Nevan Grant era familiar con el dolor

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Nevan Grant era familiar con el dolor.

Aunque muchos de sus malos hábitos se desarrollaron en Marvelir dada la tendencia a que otros le provocaban, de niño nunca estuvo falto de peleas con otros niños en Raolk.

Una nariz sangrante, un labio roto, un ojo hinchado, rodillas ensangrentadas, músculos adoloridos, moratones por todo su cuerpo, cortes y quemaduras; lo había vivido todo más de una vez.

Muchos habían sido los días en que tenía que apretar los dientes y tragarse gritos y quejidos con tal de salvar su pellejo, lograr una meta o continuar su día a día.

El dolor no era nuevo. Era manejable.

—¡Nevan!

Alguien gritó su nombre pero no pudo identificar quién.

Delante suyo vio la luz fluctuante e irregular del gran cristal Andeval'Ro crear una imagen confusa.

Vio el rojo y negro de la lanza de Muved Ars'Ilen moverse más rápido de lo que podía procesar y escuchó gritos y quejidos de todas direcciones.

A un costado suyo sintió el calor de Esurt tratar de darle fortaleza pero su propio poder había llegado a su límite, así que todo lo que el elemental podía hacer era emitir una pizca de calor y susurras palabras que el mago no pudo entender.

Sintió el suelo bajo él temblar, escuchó escombros de roca caer a su alrededor, vio destellos borrosos de flechas de luz por todas partes e incluso un movimiento extraño que bien pudieron ser los hilos mágicos de Lillyarrenesais.

<<La batalla... Aún no termina...>>

Nevan se llevó una mano al cuello buscando su relicario, una acción mecánica que solo sirvió para marcar aún más el vacío en su pecho cuando recordó los fragmentos metálicos bajo la bota del asesino nalari.

<<Ah, ya no tengo un eshak...>>

El mago inhaló profundo, sintiendo que por alguna razón el sabor a sangre en su garganta se hacía insoportable, y las quemaduras en las puntas de sus dedos volvían a arder.

<<Sí... Aún puedo hacer algo... Incluso si-...>>

Hubo una explosión a su lado que le hizo perder el equilibrio y le envió rodando por el suelo de roca varios metros.

Sus ojos ya no podían enfocar correctamente y entre la ansiedad y la frustración su propia respiración se volvió errática.

<<Mierda... ¿Efectos secundarios tan pronto?>>

—¡Nevan!

De pronto sintió dos manos jalarle con fuerza, dos que se convirtieron en cuatro, y antes de notarlo Balnok y Merath le estaban arrastrando hacia la parte trasera de una gran formación rocosa que pudieron usar como escudo temporal.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora