27 - Relato sobre una tragedia

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Nevan y los demás demoraron cerca de un día en regresar a la fortaleza

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Nevan y los demás demoraron cerca de un día en regresar a la fortaleza.

Tomaron una ruta más directa en comparación a cuando partieron, y descansaron solo cuando fue estrictamente necesario. Como resultado llegaron a la entrada de la fortaleza cubiertos en nieve y muertos de cansancio, pero aún en esas condiciones no se detuvieron y fueron directo hasta la torre del comandante.

Por supuesto no fue sencillo pasar a todos los guardias sin que tratasen de detenerles o con gritos y amenazas de por medio.

—¡No pueden pasar! ¡El comandante está ocupado!

Los guardianes de la fortaleza solo se ponían frente a ellos para impedirles el paso o hacían gestos vagos con la esperanza de hacerles dar la vuelta. Ninguno esperó ser prácticamente emboscados por Verkal, quien muchas veces era más alto y ancho que ellos.

La gran mayoría quedó confundidos y aturdidos en el suelo mientras el trío de impetuosos subían las escaleras de la torre hasta finalmente llegar a la oficina de Sedeos Eid'Viaj.

Merath golpeó una vez, y cuando una voz desconocida al otro lado les dijo que aguardaran, el joven le cedió el paso a su cuñado para que este patease la puerta y la desencajase de su lugar con un fuerte estruendo.

Cuando la puerta cayó las dos personas al interior se levantaron de sus asientos, con la sorpresa adornando sus rostros, armas recién invocadas en mano. Pero al reconocerles, Sedeos se relajó levemente y bajó su espada plateada, señalando al guardián delante de su escritorio que hiciera lo mismo.

—¿Qué significa esta falta de respeto? Ustedes... ¿Qué hacen aquí tan pronto?

Aún con el leve cambio en la actitud del comandante, este no dejó de lado su porte imponente; era, a pesar de todo, el líder de la fortaleza, y tres jovencitos no podían aparecer tirando la puerta de su oficina como si el lugar les perteneciera.

Se aseguró de transmitir eso en su mirada, y por la forma en que los recién llegado se tensaron, dio resultado. Sin embargo le pareció extraño que ninguno de ellos cedió, ni respondió a sus preguntas.

Como aquel con mayor rango, esperó que Verkal Sur'Elen diera un paso adelante y explicase la situación, pero para su sorpresa el primero en hablar fue Merath Ar'Farith.

—Mejor despeje su agenda, comandante. Esta podría ser una conversación larga.

—¿Se puede saber de qué se trata esta emboscada? —Sedeos se cruzó de brazos—. Nunca habría esperado algo así de usted, señor Ar'Farith.

—Podemos decir lo mismo de usted, señor.

—¿Qué?

—Muved Ars'Ilen.

La reacción en el hombre fue inmediata. Quedó completamente inmóvil, tenso como la cuerda de un arco, y hasta podría decirse que se puso pálido.

—¿Qué acabas de decir...?

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora