2 - Las promesas hechas

53 8 33
                                    

Con un movimiento fugaz Nevan tomó su relicario y lo transformó en un estoque con una llamarada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Con un movimiento fugaz Nevan tomó su relicario y lo transformó en un estoque con una llamarada.

Lo hizo con tiempo suficiente para dar un paso al costado y esquivar la enorme mandíbula de la bestia, y en la misma fracción de segundo desvió el filo de su arma de modo que logró hacer un corte largo y profundo aprovechando el movimiento de la criatura.

El espectro en cuestión emitió un aullido lastimero, pero lo raro fue la forma en que lo hizo. Definitivamente se lamentó por a herida, pero su voz fue tan débil que casi pareció un murmullo.

Tampoco reanudó el ataque de inmediato. El animal demoró varios segundos en volver a erguirse mirando hacia Nevan, aunque se tambaleó y daba la impresión de que tenía problemas levantando su propia cabeza.

Nevan inspeccionó rápidamente al espectro y no pudo encontrar ninguna herida visible. ¿Estaba debilitado por una razón externa? Pero fuese cual fuese el motivo no podía dejar un peligro así dando vueltas literalmente a las puertas de una ciudad, por eso el muchacho no dudó el canalizar su poder en su arma para preparar un hechizo.

Entonces vio un destello de luz.

Fue demasiado rápido para procesarlo de inmediato. Con la vista fija en el espectro Nevan tenía el bosque a su izquierda y el monolito junto con la ciudad a su derecha, pero en el mismo instante que levantó su estoque vio numerosos destellos blancos parpadear a su izquierda y lo siguiente que vio fueron tres espadas hechas de luz penetrar la cabeza del espectro.

Todo ocurrió en menos de un segundo. Aún tenía su arma sujeta con fuerza cuando aquellas armas relucientes cruzaron el aire con un silbido y dieron de lleno en el cráneo de la bestia, empujándole con el impacto suficiente para acarrear el resto de su cuerpo contra la barrera de la ciudad.

Nevan abrió la boca por la sorpresa y se mantuvo en alerta, pero no había acabado de procesar aquella imagen cuando el espectro en cuestión emitió un chillido y explotó.

La bestia ni siquiera tuvo oportunidad de quejarse o gritar, pues su cuerpo se transformó casi al instante en piedra y al explotar los trozos y las partículas salieron volando como si un torbellino hubiese pasado en medio de un cúmulo de polvo.

Nevan se cubrió la cara con un brazo, y tras un par de segundos las espadas de luz habían desaparecido y del espectro no restaban más que un puñado de piedras endebles con una constitución similar al yeso.

Entonces alguien más habló.

—Bueno, eso fue decepcionante.

Nevan dio un salto por la sorpresa de encontrar a una mujer desconocida a menos de tres metros de distancia.

El chico retrocedió dos pasos y levantó su estoque por instinto, aunque sin intención de parecer amenazador. Tenía claro que aquella no era una situación común pero por mucho que sabía que debía permanecer alerta su confusión era mayor.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora