11 - Relaciones tensas - parte I

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Nevan se contuvo de hacer cualquier comentario cuando se dio cuenta de que aquel híbrido era más parlanchín de lo que pensó a primera vista

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Nevan se contuvo de hacer cualquier comentario cuando se dio cuenta de que aquel híbrido era más parlanchín de lo que pensó a primera vista.

Cuando le mencionó que estaba ahí para ver al enlace de la fortaleza el híbrido sonrió de oreja a oreja como si acabase de escuchar las mejores noticias de su vida, y procedió a empujar cortés pero insistentemente al mago hacia el interior del edificio, haciendo una broma sobre su accidentado viaje a buscar leña para aligerar el ambiente.

—¡Llega en buen momento, maese humano! Casi nunca recibo visitas y estaba empezando a aburrirme de la monotonía de mi trabajo.

—N-no quiero interrumpir...

—¡Patrañas! Todos necesitamos una distracción. ¿Puedo ofrecerle una taza de café? Conseguir buenos granos en este rincón olvidado de Ovani es un suplicio, ¡pero doy garantía de que vale la pena!

Nevan fue guiado hasta un cuarto no muy lejos de la entrada, un salón lo bastante amplio para diez personas pero con apenas cuatro asientos desgastados alrededor de una pequeña mesa redonda.

Tanto el interior de aquella habitación como el resto del interior del edificio estaban cubiertos por madera clara. El estilo de Andaluvan Mael podía verse aún en esos rincones del territorio, aunque el lugar se veía bastante vacío, seguramente a falta de muebles u otras decoraciones como las que se había acostumbrado a ver decorando la enorme residencia Ar'Farith.

Cerca de donde Nevan tomó asiento la chimenea ardía con pereza, por lo que el cuarto no era demasiado cálido. Con un chasquido de sus dedos el mago alteró la intensidad del fuego para que la llama creciera, justo antes de que la puerta del cuarto se abriese de nuevo de un golpe.

Balnok Errat entró con una pequeña bandeja en las manos, llevando en esta dos tazas de latón, un pocillo con azúcar y una pequeña tetera también de latón de la cual emanaba vapor.

El aroma fuerte y familiar del café reanimó los sentidos de Nevan y le llevó a enderezar la espalda en su asiento, mientras que el híbrido dejó la bandeja en la mesa y comenzó a servir el brebaje sin dejar de hablar.

—Perdón por el desorden, por lo general cuando alguien viene jamás entran así que la limpieza no ha sido mi prioridad.

—E-está bien...

Nevan vio con interés cómo Balnok usaba un pequeño filtro de tela sobre la taza para atrapar la mayor cantidad de trozos de granos mientras le servía el café caliente, un gesto meticuloso que no parecía ir a juego con las manos grises y ásperas del híbrido, quien sin dejar de hablar le tendió el azúcar.

El joven mago solo puso una cucharada bien llena y revolvió con algo de ansiedad. Ahora que se daba cuenta de ello no había bebido café desde que dejó la academia al marcharse de Marvelir.

Su familia en Raolk no lo bebían y en Andaluvan Mael lo más común eran las infusiones de hierbas locales, por eso aquel aroma familiar se le antojó más valioso que el oro.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora