En otra vida

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Entumecido 

¿Cuántas veces se había sentido así? 

En este momento era difícil recordarlo, pero estaba muy seguro de que está era la primera vez que se sentía de aquella forma. Era casi como estar dormido, ¿tal vez realmente estaba soñando? 

Con suerte esto sólo se trataba de una horrible pesadilla que no tenía fin. Pero pensar eso era absurdo, sabía que no estaba dormido, no se trataba de una pesadilla, era la realidad. 

Una fría, cruel y amarga realidad. 

Aún recordaba bien el miedo que había sentido, seguido de un leve estallido de esperanza para terminar con el corazón desgarrado. 

Llevó la botella de vino contra sus labios y bebió todo el contenido, sin poder evitarlo arrojó la botella contra la pared haciendo que explotará en pedazos. Como había esperado, su estallido de rabia no hizo nada por hacerlo sentir mejor, seguía siendo tan miserable como en los últimos días. 

Dejó caer sus manos sobre sus piernas, jamás se había sentido tan derrotado, ni siquiera cuando era un mocoso que entrenaba para ser un guardia real, le habían dado palizas, avergonzado a su padre y decepcionado a los hombres que lo entregaban, pero nada había dolido tanto como lo que pasaba ahora. 

Se enfocó en su mano por bastante tiempo, tal vez era la bruma del alcohol haciendolo sentir cosas que no eran reales pero podía jurar que era capaz de sentir el calor de la mano de Beom-Gyu.

La mano que sostuvo con esperanza por horas, como si el tacto le asegurará que su amado estaría bien. Sostener la mano de Beom-Gyu fue lo único que lo mantenía atado a la realidad durante esas horas pero también lo destrozó hasta que no quedó nada dentro suyo.

Recordaba como el médico se disculpó por no poder hacer más, por no poder salvar lo único bueno en su vida. Después de eso la suave mano de Beom-Gyu comenzó a tornarse más fría, fue cuando supo que era real. 

Beom-Gyu, su Beom-Gyu, estaba muerto. 

En ese momento, el dolor fue tanto que se sintió como recibir un rayo en su cuerpo. Era curioso si lo pensaba pues el sentimiento fue parecido al que sintió la primera vez que beso a Beom-Gyu.  

Levantó su mano y con los dedos temblorosos tocó su boca, si cerraba los ojos y se concentraba casi era capaz de sentir el hormigueo sobre sus labios, la presión suave y el dulce sabor. No había nada como los besos de Beom-Gyu. 

Una sonrisa se formó en sus labios cuando los recuerdos del doncel llenaron su mente. 

Quería decir que odiaba recordarlo porque le dolía demasiado, pero amaba tanto a Beom-Gyu que no le importaba el dolor y vacío que experimentaba después de recordarlo, porque esos pequeños momentos donde se permitía pensar en el doncel eran lo único que lo mantenía cuerdo estos días. 

Jamás fue un creyente del amor o el destino, nunca pensó que sería capaz de amar a alguien o de hacer de una persona su más grande prioridad. 

Tal vez debió sospechar que todo terminaría con él amando a Beom-Gyu.  Los dioses sabían que ese muchacho sería su ruina, fue casi como si el propio Beom-Gyu hubiera impuesto su voluntad a los dioses y sellado su destino con él. 

Recordaba bien aquel primer día, el día donde conoció a Choi Beom-Gyu. 

Había estado entrenando y por primera vez en meses logró superar a Sir Wang en el combate armado, estaba muy orgulloso por ello y había decidido aceptar ir a beber con algunos de sus compañeros. 

Rey de Coral  *KookV* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora