Un abrazo, en unos instantes, puede curar una herida de años.Ester.
Me dolía la mandíbula de la forma en la que la tenía apretada ya que el dolor en mis huesos era algo sumamente irritante.
—A ver, Ester, quédate tranquilo —me ordenó la doctora mientras hacía no sé qué con unos cables pegados a mi cuerpo—. ¿Todavía te duele?
Asentí incapaz de formular una palabra y ella se tornó seria con el ceño fruncido mirando la pantalla concentrada.
Concentrado estaba yo en el dolor que ya se me estaba haciendo algo insoportable, pero no era nada que no podía controlar. Y aunque no me quejaba, maldecía internamente a todo por todo; a mi cuerpo por traidor, a mi sangre por sucia, a mi vida por inútil, a los peces por nadar, a las aves por volar, a los tomates por no saber si son fruta o vegetal y a la simple vida por existir.
Otro espasmo de dolor hizo que apretara los ojos con fuerza.
También maldecía al Karma por vengativo.
—Hay multiplicación de células leucemicas en el sistema óseo —escuché decir a la doctora Evangeline, mirando la pantalla, su rostro adquirió una expresión que no me gustó para nada —. Esto no me está gustando.
Increíble la respuesta.
Miré la pantalla donde salían un montón de cosas y figuras que no quería preguntar qué era, me limité a mirar su rostro que cada vez parecía más ensombrecido y a mí me ponía cada vez más de los nervios.
—¿Te han aparecido manchas en la piel? —preguntó moviendo algunos cables y cambiando la imagen de la pantalla.
—Unas pocas —le contesté.
Me levanté un poco la camisa para enseñarle mi abdomen y enseñarles las manchas claras que adornaban mi piel pálida. Las había descubierto hace cuatro días en la ducha, pero como eran pocas no me pareció de gran importancia.
Ella frunció los labios en una dura línea y con su dedo señaló la pantalla que estaba tratando de adivinar qué era y ella misma lo explicó en voz alta.
—La reducción del número de plaquetas que conlleva la leucemia es la que causa esas manchas en tu piel. Provocando también el hemorragias esporádicas.
Y, como si mi cuerpo quisiera confirmarlo, sentí un líquido recorrer por mi naríz, pasé mis dedos por ella y definitivamente era sangre. Evangeline se levantó para agarrar unos pañuelos y me limpió la sangre y prensó mi naríz para detener el sangrado.
Cuando el sangrado cesó, volvió a sentarse en la silla e inclinándose para poner sus codos en su rodillas y ocultar su cabezas en sus manos para suspirar pesadamente.
—Perdóname, Ester, hoy no tengo cabeza para esto —soltó apenada cuando levantó la cabeza.
Yo lo había notado, desde hace ya un tiempo. Llevaba días distraída, se le ha olvidado algunas citas, no se concentraba en mis exámenes, cuando está parece algo ausente y muchas veces se pierde en sus pensamientos. Y estoy casi seguro que es por el aniversario de la muerte del padre de Lady, ya que ella me lo contó ya hace más de una semana.
De algo que también me he dado cuenta es que la llama casi todas las horas y nunca contesta, y deja un mensaje de voz preocupada. Puedo asegurar que sus ojeras son peores que las mías, algo que ronda por su cabeza no la deja centrarse en nada y solo parece acordarse de llamar a Lady cada que puede, luego de eso sigue igual que una muerta viviente por todos lados.
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Remembranza
أدب المراهقينEra una vana esperanza la mía al pensar que todo lo bueno algún día iba a ser eterno. Era obvio que tenía que terminar. ¿Pero, por qué así? Habías sufrido tanto, no te dejabas querer por miedo a que un día desapareciera y terminaste desapareciendo t...