Las reacciones de las personas no siempre son como uno las espera.
Lady.
Mi teléfono vibró al tener una llamada entrante y dejé de leer para poder atenderle a Sol.
—¿Qué pasa Sol? —pregunté algo extrañada.
—¿Puedes venir al hospital? Te tienen una sorpresa —dijo y yo le fruncí el ceño a la nada.
—¿Qué y quién me tiene sorpresa?
—No necesitas muchos detalles, solo ven, trae el vestido hermoso que compre para tu graduación y NUNCA te pusiste, y si puedes venir sin tacones podrías hacerme un favor.
Quedé un poco descolocada y dejé de hablar por un momento para entender lo que me estaba diciendo.
—¿Pero qué...?
—Te espero aquí en veinte minutos, si no vienes con las cosas que te pedí te va a ir mal, Lady, estas advertida —y colgó.
Quité el celular de mi oreja y me quedé mirando la pantalla como estúpida por unos segundos hasta que hice lo que me pidió. Puse el dichoso vestido en un bolso y bajé las escaleras de la casa para llegar a la puerta.
Pensaba que era algo sobre Ester, que sí tenía noticias ya que desde hace una semana no sabía nada de él más que ha disfrutado con su familia. Y siendo sincera que no me haya llamado hoy, me daba como un mal sabor de boca.
Al montarme en la moto y acelerar a toda velocidad por la ciudad, llegué al estacionamiento del hospital. Lo primero que hice fue llamar a Sol para saber en dónde estaba, dijo que en una de las habitaciones de huéspedes así que me acerqué a esa área.
—Ajá, ¿ahora sí me puedes decir qué demonios pasa? —le pregunté al entrar a la habitación.
En ella había un montón de cosméticos, labiales de todos los colores, bases, rubores, sombras, delineadores. También planchas de cabello, secadoras, rizadores. Y... fue horrible.
—Dios mío... —dije con la voz ahogada por el horror.
Dí un paso atrás y Sol me dió un gesto de que me acercara. No, ni loca me acercaré a eso. No me gusta estar cerca de esa porquería a la que llaman maquillaje, ni a ese fenómeno llamado rizador de cabello. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal.
—Lady, ven —me ordenó Sol, con una mirada de advertencia.
Yo negué con la cabeza y dí otro paso hacía atrás, dándole una mirada dura.
—Si piensas que me llamaste y me obligaste a venir para poner esa cosa en mi cara estás mal, Sol —le dije.
Sol puso los ojos en blanco y me jaló del brazo hasta sentarme en frente de un pequeño espejo. Yo hice una mueca.
—Te van a hacer una sorpresa y es necesario que te arregles —alegó como si quisiera hacerme entrar en razón.
—¿Y para quién me voy arreglar? —espeté irónica.
—Para Ester.
Mi corazón dió un pequeño vuelco de emoción, pero desistí de la idea al imaginarme a mí con vestido.
—A él le gusto así —defendí, pero ya sabía que estaba perdida cuando Sol cogió unas tijeras.
—Tal vez a él sí, pero a mí no. Y no pienso dejar que mi ahijada le den una sorpresa con ese cabello como un nido de ratas morado.

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Remembranza
Teen FictionEra una vana esperanza la mía al pensar que todo lo bueno algún día iba a ser eterno. Era obvio que tenía que terminar. ¿Pero, por qué así? Habías sufrido tanto, no te dejabas querer por miedo a que un día desapareciera y terminaste desapareciendo t...