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El interés se disfraza de amistades.

Lady.

Ya era la mañana del día siguiente y amanecí en casa. Ya no tenía pesadillas, pero seguía despertándome a la misma hora de golpe como si las tuviera. Con Ester es el único con el que puedo dormir completo, pero no podía estar todos los días de la semana con él, también tenía cosas que resolver.

El día que asaltaron la casa no se llevaron gran cosa; solo un televisor y decoraciones que vieron de valor. Me pareció extraño que no se llevarán más y que no pusieran la casa patas para arriba para encontrar cualquier cosa. Es como... si supieran exactamente qué es lo que se iban a llevar y en dónde estaban.

Ni siquiera subieron al segundo piso. Todo estaba en orden en las habitaciones. Y no me dió buena espina.

Pero no me iba a preocupar por eso ahora, ya Evangeline puso la denuncia y está obsesionada con la seguridad de la casa; instaló cámaras a los alrededores, puso un sistema digital en la entrada para que solo ciertas personas tengan acceso a la puerta, incluso habló con un amigo suyo de la policía para que vigilará la casa cada tres días.

Para mí es una exageración, pero no me atreví a refutar nada.

Justo ahora estaba en la cocina haciéndome un sándwich improvisado para desayunar, ya que no sé cocinar. Y me levanté de un humor no tan malo como siempre. No sabía que hacer café era tan relajante, primera vez que lo hago y no sabe tan mal. Voy a empezar a hacer café más seguido.

El timbre de la puerta sonó y miré la hora, extrañada. Eran las siete de la mañana. ¿Quién viene de visita a esta hora?

Me dirigí la puerta y al abrirla, tres cuerpos se adentraron de golpe casi tumbándome al suelo. Y al saber de quiénes se trataban, mi ceño se frunció por la irritación.

-Me pueden explicar, ¿con qué excusa pasan a mí casa como si fuera suya? -espeté de mala gana, fulminando a todos con la mirada.

Jason, Logan y Dylan no contestaron, solo se miraron entre sí algo preocupados y recelosos.

-Lady, tenemos que hablar -dijo Dylan.

-No me interesa -solté-. Hoy no quiero saber nada de nadie y mucho menos de ustedes. No me importa si es de vida o muerte, o si el mundo va explotar. Quiero estar sola. Largo.

Dylan se acercó a mí en plan amenazante y le sostuve la mirada alzando la barbilla, sus ojos reflejaban seriedad y, aunque estaba segura de qué me hablarían, no quería saber nada, no tenía cabeza para eso hoy.

-Esto te interesará, Lady, confía en nosotros -dijo Jason tratando de convencerme.

Bufé entre indignada e irónica.

-¿Confíar en ustedes? -solté de mala gana-. Confíar en ustedes sería como confiar en un político; pura traición y decepciones obtendría.

-Lady, no estamos para esto -alegó Dylan, al borde del enojo.

-No me interesa, Dylan, ¿acaso no entienden lo que les digo?

-Con esos pantaloncitos de pijama, es difícil concentrarse en lo que dices -comentó Logan por primera vez desde que llegó.

Dylan y yo lo miramos al mismo tiempo con irritación.

RemembranzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora