Tal vez una discusión sea la que empuje ciertas palabras reprimidas.
Ester.
Desde el momento en que Lady me miró con asombro, horror e inseguridad supe que estaba bastante molesta. Es más, mientras se acercaba a mí, un enfado brillaba en sus ojos junto con la preocupación y decir que me estaba arrepintiendo sería un eufemismo para las ganas que tenía de correr en dirección contraría de ella mientras se acercaba.
—¿Qué carajos estás haciendo aquí? —soltó molesta y aún un poco sorprendida. Todavía no daba crédito a que estuviera aquí.
Esté lugar era bastante lejano, no creía que Lady hubiera venido en una moto porque estaba muy lejos del hospital y la ciudad. Me sorprendió la cantidad de gente que había aquí, saltando y sudando, casi atardeciendo. Era asqueroso.
No me fue difícil encontrar a Lady, porque lo primero que hice al llegar a este lugar fue encontrar su icónico cabello morado. Al dar con él, llegué directamente aquí, pero no esperaba encontrarme con una Lady furiosa y tres tipos golpeados a punto del desmayo. Uno de ellos me daba una mirada asesina, tenía los puños apretados mientras Lady estaba enfrente de mí esperando mi respuesta.
—Me preocupé por tí —fue lo mejor que se me ocurrió de decir.
Lady bufó como si fuera ridículo y negó con la cabeza pasándose la mano por el cabello. Estaba tensa y... ¿nerviosa? Nunca la había visto nerviosa.
—Vete al hospital, yo voy entre un rato —demandó sin mirarme el rostro.
—No me iré si no vienes conmigo.
—Ester, vete.
—Lady...
—¡Que te vayas! —gritó.
Fruncí los labios junto con mi entrecejo y cuando estuve a punto de refutar una voz nos interrumpió.
—Déjalo que se quedé, Lady.
Venía de uno de los tres chicos que habían allí. Rubio, con ojos almendrados. Tenía toda la cara magullada y se acercaba a nosotros cogeando. Me miró con escepticismo, de arriba a bajo y algo crispó su mirada que me causo un escalofrío.
—¿El chico quiere quedarse? Pues déjalo —volvió a decir, pero su tono no me gustó nada.
—Dylan, aléjate —dijo Lady en advertencia sin obtener ningún resultado.
El chico siguió acercándose y Lady se atravesó entre los dos antes de que él llegara por completo hacía mí. Yo lo miraba entre inexpresivo y altivo al mismo tiempo. Como si no fuera nada relevante para mí, porque no lo es. El tipo ni siquiera intimidaba.
—¿Qué? ¿Ahora defiendes a enfermos? —le dijo el tal Dylan con amargura.
—Ese no es tu problema. Ahora, o te alejas o te alejo yo a patadas.
Se sostuvieron la mirada por unos segundos que se me hicieron eternos. No me gustaba la forma en la que la miraba. Con odio y rencor, pero también con cierta... posesión enfermiza que le vibraba en los ojos.
Solo, al notar eso, me acerqué a Lady hasta posicionarme en su espalda, el tipo notó el movimiento porque levantó sus ojos a mí. Estos irradiando irá.
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Remembranza
Teen FictionEra una vana esperanza la mía al pensar que todo lo bueno algún día iba a ser eterno. Era obvio que tenía que terminar. ¿Pero, por qué así? Habías sufrido tanto, no te dejabas querer por miedo a que un día desapareciera y terminaste desapareciendo t...