Desnudarse en mente y espíritu es mucho más difícil que exhibir el cuerpo.
Ester.
—¿Ves esa estrella de allí? —preguntó Lady señalando al cielo con su dedo.
Al seguir la dirección que trazaba su dedo noté que hablaba de una de las estrellas que brillaban con más intensidad, esa misma estrella de la que me habló la otra vez, que tenía nombre extraño.
Después de la discusión que tuvimos, y que ella me confesara que me amaba, nos sentamos en el suelo a ver las estrellas y a que ella me hablara un poco de su vida. Mayormente todo lo que me había dicho era lo que había vivido con su padre; la vez que se cayó de la bicicleta, las veces que se disfrazaban o hacían desastre en su casa, las veces que él le cantaba para dormir o que él jugaba con ella a las muñecas.
Toda la infancia de Lady se basó en eso; en felicidad, en cuentos, en cantos, en risas. Ni siquiera se preocupaba que su madre no estuviese, si su padre estaba con ella nada le importaba. Era feliz.
—La estrella de la que me hablaste la otra vez —le confirme y ella asintió.
—Mi padre decía que cuando un ser querido moría él lo encontraba en lo que más le gustaba hacer en vida. Cuando murió su hermano, que era un fanático de la investigación, él lo encontraba en los libros. Tenía cientos y cientos de libros de todo tipo porque le recordaban a mi tío.
»A mi padre le gustaba escuchar canciones viejas y mirar el cielo —siguió—. Las estrellas eran sus favoritas, le encantaba crear constelaciones y hablar con Evangeline.
—¿Con tu madre? —le pregunté confundido.
Lady sonrió, todavía mirando al cielo, sus ojos brillaban por el destello de la luna y por su mente sabía que pasaban recuerdos de ella y su padre y de lo feliz que en algún momento fue.
—No me refería a eso —acalaró—. Mi padre y yo nos acostumbramos a ver películas de Disney siempre, casi todos los días. Su película favorita era el Rey León, la mía era la Princesa y el Sapo. En la última había una luciérnaga que tenía un amor que se convirtió en una estrella. “Evangeline” se llamaba. Cada vez que la luciérnaga se refería al amor de su vida le decía “mi Evangeline” y lo decía siempre mirando al cielo. Mi padre le empezó a decir así a mí mamá porque tenía el mismo nombre y cuando miraba el cielo conmigo, hablaba con esa Evangeline que se convirtió en estrella.
Al sentir como Lady hablaba, con ese cariño, esa añoranza, ese apreció, me sentía dolido. El padre de Lady era bueno, era tan generoso con su hija, romántico con su esposa. ¿Cómo alguien tan bueno pudiera morir así? Me parecía injusto, porque como Lady me narraba a su padre, parecía que era un hombre de principios y tan bondadoso como lo pudo ser en su vida.
Ya veía porqué Lady sufría por su padre. Él fue, literalmente, toda su infancia. Su madre trabajaba la mayor parte del tiempo, su padre fue el único sustento que tuvo. Fue todo lo que tenía una pequeña niña risueña que no tenía muchos amigos, que no salía de casa, que era aislada y que su madre muy poca veces estaba para ella. Su padre fue esa salvación, fue esa normalidad, esa niñez y esa ingenuidad que le faltaba. Estuvo con ella y para ella, por eso es que sufría tanto. Porque quién siempre estuvo con ella se fue.
Pero, ya no hablaba con dolor, sino con melancolía. Nostalgia en sus ojos se podía notar y ví la felicidad retenida por lágrimas que no surgían y solo se acumulaban en sus ojos sin expandirse.

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Remembranza
Fiksi RemajaEra una vana esperanza la mía al pensar que todo lo bueno algún día iba a ser eterno. Era obvio que tenía que terminar. ¿Pero, por qué así? Habías sufrido tanto, no te dejabas querer por miedo a que un día desapareciera y terminaste desapareciendo t...