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Nunca sabremos las verdaderas emociones que ocasionámos en las personas.

Lady.

Al estacionar y quitarme el casco, bajé de la moto analizando mi entorno. Había una fiesta, la música retumbaba en mis oídos y las luces de colores no se veían casi puesto que aún no terminaba de anochecer.

Me adentré un poco al lugar. Era como una especie de garaje de autos echados a perder. Había un poco de arena ya que había un pequeño desierto por aquí. Este lugar quedaba lejos. Casi cruzando la línea de la ciudad de al lado, pero no me tomó mucho encontrarlo.

Justamente en el desierto fue que tuve la carrera con Quiebra para ganar mi moto, fue un buen día ya que pude ver la cara de aquel imbécil desfigurada de indignación por haberle ganado. Pero justo ahora solo estaba tratando de mantener la calma porque sentía que estaba apunto de cometer una estupidez.

Las personas a mi alrededor bailaban como locas, lo más seguro era que una parte ya estuviera drogada, la otra borracha y la última las dos juntas. Olía a sudor, pis y semen. No me pregunten porqué lo sé.

A una distancia, lejos del bullicio, pude visualizar la espalda ancha, piernas separadas y posición de macho alfa de Quiebra. Estaba de espaldas, así que poniendo mi mayor expresión de frialdad me acerqué a ellos alejándome de esa masa de gente.

Cuando me acerqué pude ver el rostro de alivio de Logan y Jason, Dylan me miraba de una forma que no supe interpretar. Todos ellos estaban en el piso amarrados y con algo en la boca. Parecían golpeados y magullados por algunas partes. Cinco hombres estaban en los alrededores con armas, vigilándome con cautela y esperando una orden del hombre que tenía enfrente de mí.

Dos metros, musculatura de un guerrero espartano, piel morena oscura con rasgos africanos, ojos verdes olivas, hombros tatuados y figura imponente. Quiebra. El origen del nombre es porque es experto en quebrar a todo lo que le estorbe. El líder de la pandilla que me ha traído tantos problemas en solo unos meses. El hombre al que le gané hace unos años en una simple carrera de motociclistas.

El hombre con el que fue mi primera relación...

«Incluso se me había olvidado que era guapo».

Pero ese no era el caso.

—No sé porqué tengo la sensación de que cada vez que te veo estás más hermosa que la anterior—dijo sonriendo, enseñándome sus dientes blancos.

Lo fulminé con la mirada.

—Cállate, Tyron —solté de mala gana.

—Veo que sigues siendo igual de cariñosa —espetó ensanchando su sonrisa—. Tú no cambias, preciosa.

Hizo un gesto con la cabeza a uno de los hombres que se acercó a mí. Yo me alejé un poco, desconfiada. Miré a Tyron.

—Tiene que regístrate, todos aquí te conocemos y sabemos que tú siempre andas preparada —el tipo volvió a intentar acercarse, pero volví a retroceder. Oí a Tyron suspirar—. ¿Prefieres que lo haga yo? Sabes que no me detendré una vez que empiece.

Con una mirada de desprecio extendí los brazos para que me revisaran. El tipo tanteo mis brazos, mis piernas y mi cintura. Encontró la pistola y una navaja que tenía escondida en una parte de la casa. El chico iba alejarse cuando Tyron volvió a hablar.

—Revísale los pechos, algo debió haber escondido allí.

Arqueé una ceja y sin despegar la mirada de él dejé que el tipo me revisara los pechos. Vaciló por un momento, pero luego empezó a tantear. Coló su mano por mi camisa y cogió la otra navaja que tenía escondida.

RemembranzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora