Cuando por fin la tranquilidad está en el aire, respirar se vuelve más fácil.
Lady.
“Sigo sin entender algunas cosas que han pasado por mi vida.
Pero he aprendido que hay cosas que es mejor dejarlas así,
sin entenderlas.Es más práctico, más sencillo.
Solo quiero que sepas que...”
Dejé de escribir cuando llamaron a la puerta de la habitación de Ester. Cerré el cuaderno y me dispuse a abrirla.
—Oh, hola, Lady —dijo la señora Dove al verme con una sonrisa afable—. No creí que estuvieras aquí.
Abrí la boca para contestar pero un pequeño cuerpo me lo impuso al abrazarse a mi pierna.
—¡Lady! ¡Qué bien que estás aquí! ¿Vamos a volver a ver películas de princesas? —me preguntó Esme saltando para que la cargara.
Lo hice y me dirigí a la madre de Ester.
—Solo estoy esperando a Ester que está en consulta. Saldrá en un rato si quieren pueden esperarlo conmigo —le dije.
Ella asintió y entró a la habitación a sentarse en la silla que había por allí. Yo me acosté con Esme en la cama a ponerle la película ya que es imposible negarle algo a esa niña.
Siempre me pareció tranquila la señora Dove, no se parecía tanto a Ester y a Esme como su marido, pero me gustaba lo que percibía de ella. También me gustaba la manera en la que se preocupaba por Ester, era ese sentimiento maternal que se le colaba en los ojos y me hacía sentir tan... necesitada.
Evangeline nunca me miró así, o tal vez no notaba si me miraba si quiera. Pero ahora que ella es la única familia que me queda, sin contar la que tengo en Latinoamérica, necesitaba a alguien con quién contar. Contarle todo lo que viví estos días, mis sentimientos por Ester, decirle que ya no me duele recordar, decirle que ya no estoy en el mundo de las drogas, alcohol y fiestas y que me aconseje. Que me hable. Que me abrace.
Pensándolo bien, no recuerdo la última vez que ella me abrazo...
—¿Qué tanto piensas, Lady? —preguntó Dove y obtuvo toda mi atención—. Desde hace un rato dejaste de ver la película para mirar el vacío, ¿qué hay dentro que esa cabecita tuya?
Tuve un impulso de contarle todo de golpe, pero me contuve. Tenía un aura que me inspiraba confianza, pero no podía contarle mucho de mis pensamientos. En realidad no quería, Ester tardó bastante en descubrir de los que estoy hecha y eso fue porque me resignaba a dejársela fácil. En más un arrebato de orgullo que de otra cosa.
—Nada, solo cosas de adolescentes, no se preocupe.
—Tienes un pequeño, pero pequeñísimo destelló de dolor asomado en tu expresión —alegó mirando mi rostro—. Es muy, muy pequeño, pero está allí.
Fruncí los labios y miré a otro lado para evitar sus ojos.
—¿No quieres contarmelo? —me preguntó con gentileza—. Tal vez pueda ayudarte.
Negué con la cabeza siendo incapaz de hablar por el nudo que se instaló en mi garganta y me obligué a ver la película.
Era difícil para mí abrirme, ¿qué puedo decir? Solo he llegado a confiar en dos personas en esta vida y no puedo simplemente contarle cosas de mí aunque me inspire confianza. Solo trataré de ignorar todo lo que a mi mente remolinea.
—¿Quieres mucho a mí hijo? —preguntó de repente y yo sonreí a la nada.
—Mucho es poco.
La escuché reírse por lo bajo y la miré.

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Remembranza
Fiksi RemajaEra una vana esperanza la mía al pensar que todo lo bueno algún día iba a ser eterno. Era obvio que tenía que terminar. ¿Pero, por qué así? Habías sufrido tanto, no te dejabas querer por miedo a que un día desapareciera y terminaste desapareciendo t...