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Las [Deidades] al igual que otras existencias superiores son en brevedad entidades enigmáticas, pocos pueden decir que han tenido el honor de ver una sin estar calificado. Este derecho, o en todo caso bendición, es algo que solo unos pocos selectos pueden llegar a disfrutar, o peor, sufrir.

El hacerlo puede llevar a resultados inimaginables, una fortuna o una calamidad, el cual depende por supuesto del capricho de esta.

"La [Voluntad divina] esta por encima de todo"

Esta es una frase muy usada para describir dicho echo.

Y como seres inferiores, al servicio y adoración de una, los bajos elfos se sometieron a tal realidad que transformo no solo su mente, sino incluso sus cuerpos y almas.

La euforia que fácilmente pudo confundirse con locura se impregno en sus rostros excitados  momento que todos cayeron arrodillados. Querían llorar, pero se contuvieron, no podían mostrar tal imagen penosa de si mismos. No frente a su nueva [Deidad].

Tampoco se atrevieron a levantar sus cabezas y dirigir su mirada sobre sus hombros, no estaban calificados para hacerlo. 

Sin la aprobación de su [Deidad] incluso moverse no estaba permitido.

Pero hubo alguien que no parecía seguir estas reglas, y esa fue la pequeña figura femenina. Esta yacía de pie, frente a todos, siendo aparentemente el objetivo de sus adoraciones y respeto absoluto. Pero tanto ella, como el resto, sabian que no era el caso.

A quien realmente estaban adorando fue al bebe que portaba en brazos, no, su [Eterna Deidad].

El aura divina que desbordaba de su diminuto cuerpo se extendió por toda la tierra, creando diversos fenómenos en donde los principales protagonistas fueron los números, estos a su vez formaron diversas imágenes, dando visión al nacimiento y el perecimientos de  fauces desconocidas.

Salvo que estos duraros solo apenas unos pocos segundos antes de que volviera todo a la normalidad. Aun así, nadie se atrevió a levantar su cabeza.

Ante tal silencio la primera voz en surgir no fue otra que el de la pequeña figura femenina.

-Crecer.

Su voz, a comparación de la que todos recordaban como una tímida y débil, se esfumo y fue reemplazada por una llena de seguridad absoluta. Imperiosa.

-Es el mandato de nuestra [Eterna Deidad].

Los bajos elfos continuaron arrodillados, inmóviles como estatuas sin vida, no se atrevieron a objetar. No, siquiera tuvieron el pensamiento de que sus palabras eran unas sin sentido.

¿Cómo iban a hacerlo?. No se atrevieron, y eso fue por una razón simple.

El numero 0 se encontraba plasmada en la mejilla derecha de la pequeña figura femenina.

-Se me ha concedido el nombre de [Zero]. A partir de hoy seré el [Designio] que los guiara, y transmitirá la voluntad de la [Eterna Deidad]. Y esta es, crecer...apoderarnos de [Lo eterno] y expandir la [Fe] a toda existencia. 

Estas palabras cargadas de divinidad parecieron decretar [Leyes] absolutas, la tierra y los cielos fueron testigos de ello al momento que se les inculco en sus almas.

-Erigir el [Templo].

Dichas estas palabras el numero en su mejilla comenzo a brillar, pero no fue la única, los otros elfos bajos tambien pasaron por esto. Solo fue entonces que pudieron levantarse, sus miradas, excitadas y eufóricas, se torcieron en serenidad.

-¡Su voluntad es nuestro mandato¡.

..

.

Las [Capas] como tal son ilimitadas y bastas, no se conoce ni hay registros de nadie que haya podido explorar o siquiera encontrar el final de una. Eh de ahí su razón de ser llamadas infinitas.

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