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—¿Este?

—Está chiquito, Chucho. —pataleo.— Quiero uno enorme. Que de verdad parezca de compromiso.

—Ay bueno, es que yo no sé de eso. —bufa.— No me quiero casar ni en veinte años, yo que sé.

—¡Este!

Señalo el anillo de oro rosado. La mujer me sonríe y saca el anillo entregándomelo.

Chucho chifla.

—Wow.

—Si, wow. —sonrío probándomelo.— Y me calza perfecto.

—Y cuesta todo mi sueldo anual.

—Nos lo llevamos. —le digo a la mujer mientras le entrego el anillo.— Que feo que calcules los gastos que inviertes en tu futura esposa.

—Es carísimo.

—Es oro rosa y tiene diamantes. ¿Qué esperas? ¿Que cueste una libra esterlina?

Se encoje de hombros, le codeo mientras le entrego mi tarjeta a la mujer.

Gastar nunca me ha gustado. O sea sí pero cuando es mi dinero no.

Pero este anillo lo vale totalmente. Y más después de haber llorado toda la noche.

Y de haber despertado con la noticia de que Camila nos invitó a tomar unas copas y por supuesto Valentina dijo que sí por mi.

¿Por qué? Porque quiere que demuestre que soy feliz y que brillo sola... Con mi prometido falso.

Pero sola.

Salimos de la tienda un poco después y yo saco la caja del anillo entregándosela a Manuel.

—Hazlo bien o duermes en el sillón.

—¿Y como es que se hace? ¿Sobre qué rodilla me tengo que apoyar?

—No sé, pero vayamos a un restaurante, te dan postre gratis si lo pides.

—¡Postre gratis sí!

Melanie y Valentina se ponen a nuestro lado. Sonrío.

—Vamos a la cafetería de la esquina. —propone Valentina sonriendo con malicia.— Ruggero y Camila están ahí.

—Okey, vamos. —dice Melanie tomando el rostro de Manuel entre sus manos.— Mi amor, mi vida... Si no te luces en la propuesta, vas a dormir en el sillón.

—¿Ves? Te dije. —me encojo de hombros.

—Hazlo creíble. —continúa.— No digas nada porque un discurso nos dejaría en evidencia.

—Pero si no lo dice también se verá sospechoso. —recuerda mi amiga.— Tú solo hazlo como si le estuvieras pidiendo matrimonio a Melanie.

—Okey.

—Vamos entonces. —Melanie toma mi mano y la de Manuel.— No esperen a que les diga todo, háganlo, joder.

—Bueno, perdón por respetar al novio de mi mejor amiga.

—Karito, puedes hacer lo que se te plazca mientras no sea bajarme el novio. —me sonríe.— Confío en ustedes, y sé que me van a respetar. Ahora, vamos y denme drama.

Comenzamos a caminar tomados de la mano. Y no es que quiera exagerar pero es que hace dos años que no tomaba a alguien de la mano, no puedo hacerlo.

Me incomoda que alguien más esté invadiendo mi espacio personal.

Entramos a la cafetería, y tan pronto ocupamos una mesa libre, Valentina pide por todos.

Estornudo y sorbo mi nariz. Me va a dar gripe. No debería estar haciendo esto.

Almas Que Si Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora