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Volver a terapia después de esas dos semanas me gusta.

Estoy ansiosa por exponer mi idea así que por supuesto he colaborado con toda la terapia del día de hoy.

Expuse mis ideas, dejé que Ruggero exponga las suyas y me mantuve dentro del margen del respeto. Me siento bien porque lo estamos logrando.

Y eso es... Genial.

—¿Ahora ven cómo las cosas si tenían las chances de mejorar? —nos dice después del rato de silencio.

—Yo solo veo que Ruggero es lento para traerme mis antojos. —suelto incapaz de callarme.

—Y yo solo veo que escribes biblias enteras en lugar de mandar audios. ¿Por qué tienes que escribir tanto? Si no es una novela. —contraataca.

—Bueno, están hablando. —musita el mayor.— Ahora, después de escuchar lo que él ejercicio les hizo sentir y cómo ahora se hablan para algo más que discutir o decirse cosas hirientes, ¿Pensaron en los ejercicios?

—Yo, yo, yo. —levanto mi mano pidiendo la palabra.— ¡Yo quiero!

—Vaya, estás mucho más entusiasmada.

—Si quiero hacer esto. —busco mi mochila sacando el libro de esta.— Quiero que lo llenemos pero en versión embarazo.

—¿Volver a empezar? —Ruggero toma el libro.

—Fue el libro que tú me regalaste y conseguirlo vacío me costó pero siento que es una buena idea. —chasqueo los dedos.— Porque literalmente queremos hacer eso, volver a empezar.

—Si, me gusta.

—¿Ven? Ahora tienen algo en común. De nuevo. —razona con nosotros.— Cuéntame, Karol. ¿De qué se trata este ejercicio?

—Ah pues bueno, debemos escribir nuestra historia, las cosas que nos gustan del otro, debemos tener citas y así.

—¿Estás de acuerdo con eso, Ruggero?

—Si, muy de acuerdo. —cede él.— Me gusta el plan.

—Entonces, estamos de acuerdo en que este será su ejercicio de confianza. —nos dice. Asentimos.— Nos vemos el siguiente martes.

—Pero, doc. Dígale que tiene que hacerlo y que somos su prioridad. —pido.— Dígale que tiene que hacer todo, al pie de la letra.

Ruggero bufa.

Insiste en que yo sigo sin confiar en él, me quejo porque pone palabras en mi boca que no he dicho. Y entonces, volvemos a discutir.

Pero, carajo. Se siente bien.

Se siente como cuando apenas nos conocimos e hicimos amigos. Buscando excusas para discutir y no quedarnos sin tema de conversación.

Y por primera vez en meses, siento que las cosas pueden mejorar.

Si es que en realidad nos ponemos a trabajar en ello...

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Ruggero P.

—¡Corre, corre, corre!

—Karol, por Dios, llevo todo solo. —me quejo.— Por lo menos lleva las bebidas, ¿No?

—No puedo, recuerda que no puedo hacer esfuerzos. —musita saltando los escalones que le quedan.— Vamos, vamos, vamos.

¿Qué le pasa?

Almas Que Si Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora