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Ruggero P.

Estoy de acuerdo en que quizá me excedí en mis opiniones respecto a lo que ella tiene, tendrá o tuvo con Agustín.

Pero, el que esté tan cerrada al cambio puede conmigo. No me gusta.

¿Es que no tengo derecho de corregir los errores que cometí? ¿No voy a tener la oportunidad de demostrarle que sí antes pensaba eso del bebé ahora es diferente?

¿En serio vamos a seguir detrás de una fachada de tregua terrible?

Centra su atención en mí, suspira profundo.

—Supongo que es tu turno.

Asiento, es mi turno de hablar. Y por supuesto también voy a decirlo todo desde el principio.

—El día que llegué aquí dispuesto a llevarte a la cabaña, yo quería demostrarte que quizá sí podíamos rescatar la relación. Quería pedirte matrimonio. —confieso por fin.— Pero entonces te noté tan decidida a terminar, y la noche anterior, mientras hacíamos el muñeco de nieve, dijiste que te alegraba terminar y que ambos tomemos el camino que merecemos. Entonces supe que tú respuesta si te lo pedía, no sería la que esperaba y te dejé ir. Por supuesto que me arrepentí y me arrepiento todavía, sé que pudimos haberlo hecho diferente. Pudimos haber sido una mejor versión que esta. Pero ya está, se ha acabado. Después de dejarte en tu edificio, tomé un avión en el que conocí a Camila. Ni siquiera le tomé tanta importancia al hecho, pero después de algún tiempo, nos volvimos a ver. Yo estaba borracha, y evidentemente, tuvimos sexo. Dejé de verla, hasta semanas después en las que nos volvimos a ver en una fiesta de conocidos en común, de nuevo bebí demasiado, de nuevo estuve con ella... Y es gracioso porque eso era lo que yo buscaba, quería retomar mi vida. Mi libertad. Pero ya no podía. Había sido inútil.

Suspiro profundo.

Recordar mis estupideces no me hace bien. Pero necesito hacer un chequeo de las cosas en las que solo me equivoqué.

—La historia de cómo terminé en una relación con Camila ya la sabes, y como tú dijiste, paralelo a eso, tampoco dejaba de pensar en ti. Porque había vuelto a verte. Porque aunque me negué a mudarme a New York sabiendo que estabas aquí, una egoísta y masoquista parte de mi necesitaba tenerte cerca aún cuando sabía que ya no podíamos estar juntos. Me sentía condenado a una relación con Camila. —relamo mis labios evadiendo mi mirada de ella.— Y si, estaba y aún estoy celoso de Agustín porque durante tres jodidos años, yo habla con él casi a diario y en todo ese tiempo jamás fue capaz de hablarme de ti. Nunca me dijo que eran tan amigos y que se veían todos los malditos días. Me escondió ese pequeño detalle y enterarme de eso cuando te volví a ver pudo conmigo porque me era imposible no pensar que me estaban engañando. Ambos. Aún cuando Agustín era consciente de todo lo que yo siento por ti.

—Sentías. —me corrige.— Sentías.

Ruedo los ojos.

De nuevo está suponiendo que sabe más de mis sentimientos que yo mismo.

Aún así, le ignoro y continúo.

—¿Sabes qué? Hay que ahorrarnos la cronología, bien sabes lo que pasó, y si el intento de trío en Grecia ya te dió un indicio de lo que pensaba respecto a Agustín, creo que eso debió ser suficiente para no seguir adelante con el intercambio que Phoebe te propuso. Y no, no me estoy restando culpa porque de hecho toda la culpa es mía. Pero, ¿Cómo esperas que crea que no sientes nada con Agustín si de repente parece que yo no tengo un papel en tu vida ni siquiera porque soy el padre de tu hijo?

Almas Que Si Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora