—¿Era necesario despertarse tan temprano?
—Sí.
Bufo, Ruggero se ríe mientras me acomodo en el asiento del auto y me cubro con las mantas para poder dormir.
Cuando envió un mensaje pidiendo que salga, no imaginaba que se refería a que debía hacer una maleta y salir... A las cuatro de la mañana.
Eso debería considerarse un delito.
—Ayer hablé con Camila.
Su confesión me hace mirarle. Él asiente confirmando lo que ha dicho y me acomodo para mirarle de lado.
—¿Qué pasó?
—Le compré su café favorito antes de ir a verla. —comienza a decir.— Está molesta conmigo, y lo entiendo. De alguna manera yo causé su molestia. Debí ser sincero con ella, debí recalcarle más seguido que no la amaba. Así nos habría evitado un innecesario dolor.
—¿Le pediste disculpas?
Asiente sin dejar de mirar el camino.
—Asumo mi culpa, nunca me ha gustado hacerme el santo y reconozco que no lo soy así que bueno, aunque me costó, pedí perdón. Por en serio todo.
—¿Y ella qué dijo?
—También se disculpó, por los embarazos fingidos, por causar la pelea con mi hermano, por todo. —relame sus labios.— Tuvimos un buen final sin contar el día que terminamos.
Sonrío tomando su mano.
—Pues en ese caso, me alegro por ti, Ruggero.
Me sonríe, agradece y sigue conduciendo, yo me acomodo mirando el oscuro cielo.
Y aunque intento mantenerme despierta, a los cinco minutos fallo.
Y no, ni aunque Ruggero me mueve o diga mil y un cosas, no me levanto. Quiero y necesito dormir.
Entre sueños siento que me lleva con él a quien sabe dónde. Y cuando siento la suavidad de la cama en mi espalda, sonrío acomodándome para dormir.
Abrazo la almohada, siento el beso en mi frente y sonrío.
—Te amo, muñeca.
Ay, me muero.
Si no estuviese tan cansada, respondería.
Unas cuántas horas después, me despierto gracias a la luz chocando contra mi rostro cuando me doy la vuelta.
Y aunque intento volver a dormir, al abrir los ojos y reconocer el lugar donde estamos, solo puedo bajarme de la cama y correr descalza fuera de la habitación para buscar a Ruggero.
Le encuentro durmiendo en el sillón de la sala, cubierto por una delgada manta y con solo su pantalón puesto.
Yo sé que aquí dentro hay calefacción pero si no va a tocarme, debería por lo menos tener la decencia de ponerse una camiseta.
Me acerco a besar su mejilla como él lo había hecho unas horas atrás. Y mientras me fijo en la hora, me decido a hacer el desayuno.
Aún tenemos tiempo de comer y que parezca un desayuno.
Todo el mundo puede desayunar al medio día un treinta y uno de diciembre.
Agradezco el hecho de haya todo lo que necesitamos para una comida decente. Pero mientras preparo el desayuno, hago mis propias conclusiones.
Cómo que es muy obvio que la nevera y el alacena están llenas porque él vino antes para arreglar nuestra estadía aquí.
¿Cuánto tiempo nos iremos a quedar?
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Almas Que Si Son Gemelas
FanfictionLa vida es más sencilla cuando aceptas que no todos los príncipes azules aman a una sola princesa.