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Especial; La reconciliación.

Respiro profundo, o bueno, lo intento. 

Ya me sacaron a Matteo desde hace un tiempo. Pero igual duele aún.

Yo decía que quería una cesárea. Pero el doctor insistía en que era posible un parto natural.

Y después de dar a luz, compruebo que ya nada puede doler.

A ese grado de dolor, ya no.

Me siento en la orilla de la cama viendo a Matteo dormir con tranquilidad. Quién diría que nos mantuvo despiertos toda la noche.

Beso su mejilla con ternura, escucho la puerta cerrarse y después de un rato algo largo, Ruggero entra a la habitación.

Se ha cambiado de ropa, por eso tardó.

Sonríe adentrándose a la habitación.

—Hola, ¿Se puede?

—Buenas tardes. —saludo viendo a Matteo despertar.— Te escuchó y se despertó.

—¿Hace cuánto se durmió?

—Diez minutos apenas. —suspiro profundo.— Y te toca.

Ruggero se acerca a la cama y le toma en brazos.

Matteo se queda mirando a su padre y sonríe frotando sus ojos. Sonrío, creo que Matteo y yo compartimos la misma admiración por él.

Ruggero besa su frente susurrándole que le ama.

—¿Tú lograste dormir un poco? ¿Cómo te fue con tu cita con Brandon.

Suspiro profundo. Era obvio que preguntaría.

Brandon ha estado absurdamente presente en mi vida desde esa noche en mi hospital. Durante todo el embarazo no salimos por obvias razones. Pero siempre venía a visitarme y me traía cosas.

El hecho es que después de tener a Matteo comencé a salir y a hacer mi vida. Lo que causó que Brandon me invitara a salir en más de una ocasión.

¿Y qué dije yo? Creo que la respuesta es obvia. Somos amigos. Le veo como un amigo.

Aún así, él aseguró que eso no le importaba y bueno, aquí estamos.

El chiste es que había pedido verme hoy. Y aunque no quería, accedí a ir. Y acabo de enterarme de que Brandon se irá del país porque fue contratado por un señor que quiere ponerse una galería de arte en Europa.

Tan solo quería despedirse de mi.

Y Ruggero por supuesto pensó que se debía a algo más. Lo sigue pensando, eso es obvio.

—Me fue excelente. —le hago saber.— Intentó cargar por primera vez a Matteo.

—¿Y cómo resultó?

—Tu niño bonito lloró como si le estuvieran secuestrando. —comento causando sus risas.— Ruggero, tú sabes que no somos nada, ¿Verdad?

—¿No somos quiénes?

—Brandon y yo.

Se encoje de hombros asegurando que no tiene la respuesta para eso pero que de todos modos no importa. Suspiro relamiendo mis labios.

—Te adoro, un mundo, pero a veces siento que te haces el desentendido a propósito.

Eso le hace mirarme en silencio, espero a que me dé la razón pero en su lugar avisa que estará en su habitación y sale llevándose a Matteo.

Bufo dejándome caer en la cama.

Odio cuando mamá se va a Kansas con la abuela y yo me quedo con Ruggero para que me ayude con Matteo.

Almas Que Si Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora