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Siento que si de llorar se trata, soy la número uno. Literalmente.

Es que estaba yo muy feliz disfrutando de la noche hasta que la fiesta de despedida se acabó y por ende todo el mundo se comenzó a despedir de Melanie. Y no, no es eso lo que me tiene llorando.

Porque de hecho estoy muy feliz por ella y se lo dije cuando me despedí.

De hecho, estoy llorando porque ahora mismo, todos estamos parados en el balcón del departamento de Manuel viéndoles despedirse.

Y si, eso me jode mental y emocionalmente porque las despedidas jamás me han gustado.

Agustín acaricia mi espalda intentando calmarme y Valentina tiene pañuelos y agua a la mano por si necesita. Así de mal estoy.

—¿Por qué llora tanto? —escucho que Mike pregunta. Sorbo mi nariz.

—Las despedidas no son su fuerte. —simplifica Agustín.— Aparte es una de sus mejores amigas.

—Mentira, llora porque está viendo una película de romance en vivo y en directo. —musita Valentina.— ¿Por qué se despiden tanto? Con lo fácil que es decir adiós y ya.

Atentos vemos cómo Manuel le dice algo mientras acomoda el cabello de ella detrás de su oreja. Melanie se ríe bajando la mirada.

Y si, está llorando.

Pero aún con todo y lágrimas le dice algo que hace que él asienta igual al borde del llanto.

—Es que se aman, es injusto. —comienzo a hipar.

Y la gota que derrama mi vaso llega cuando entrelazan sus meñiques y asienten a la vez.

—Ay no, están haciendo una promesa. No quiero ver.

Me doy la vuelta siendo incapaz de contener mi llanto. Agustín me abraza y Valentina suspira.

—Te dije que nos vayamos antes de que se comiencen a despedir.

—¿Pero qué tienen de malo las promesas y las despedidas? —pregunta Camila completamente encerrada en su mundo.

—Amor, no. —le susurra Ruggero.

Y yo me quiebro aún más.

¡¿Amor?! ¡¿Le dijo amor en mi delante?!

¡Claro que lo hizo porque a él no le afecta!

Me alejo de Agustín sacando mi teléfono.

—Hey, hey, hey. —me detiene quitándomelo.— Okey, nos vamos.

—Pero, pero...

—Ya, Karol. —reprende Valentina.— Van a pensar que estás loca.

—Si lo estás. —susurra Maxi.

—Déjala. —advierte Agustín.— Solo vámonos.

Me quejo.

No me quiero ir. La despedida está siendo demasiado emotiva.

Agustín me saca de ahí mientras Valentina viene atrás con mis cosas. Y si, mientras bajamos, interrumpimos la despedida de la parejita.

Melanie centra su atención en mí. Se ríe limpiando sus lágrimas.

—Oh por Dios, estás llorando.

—Es que se hicieron una promesa. —me quejo limpiando mis lágrimas.— Aquí entre nos, ¿Qué se prometieron?

Melanie mira a Manuel.

Sonríe mordiendo su labio inferior.

—Que si no nos llegamos a encontrar en esta vida, les diremos a nuestros hijos que guardamos el lindo recuerdo de quién consideramos el amor de nuestras vidas.

Almas Que Si Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora