Almas Que Si Son Gemelas

15

Ruggero P.

Me paseo por la habitación soltando un pesado suspiro.

Cuando pedí que atendieran a Camila, no pretendía que la traigan a la misma habitación que Karol. Y es incómodo estar esperando que me digan la situación de mi novia mientras...

Dios, necesito un respiro.

—Lo siento.

Su susurro llama mi atención, le sonrío a medias.

—No te sientas culpable, Cam. No es tu culpa. Ha sido el destino. —musito so lo mando un suspiro.

—¿Qué va a pasar ahora con nosotros, Ruggero?

Siento el nudo en mi garganta y las ganas de decirle que quiero que todo acabe pueden conmigo. Pero en lugar, solo le sonrío y pido que hablemos después.

Ella sonríe, extiende su mano hacia mí y la toma sujetándola con fuerza.

—Te amo, mi amor.

Beso su mejilla. Me quedo en silencio.

No puedo.

Aún cuando sé que es lo que espera de mi, no puedo corresponder a sus sentimientos. Y eso me duele.

¿Cómo se supone que voy a vivir el resto de mi vida con una mujer que no amo? Esto no me hace bien.

Esto no es lo que quería para mi vida.

—¿Estás llorando, Ruggero?

—Lo siento. —susurro en un hilo de voz.— Perdóname, lo siento.

—No tienes que sentirlo, estamos bien así. Tampoco fue tu culpa.

Yo sé que sí.

La vida me está castigando por haber tomado las decisiones que tomé. Me está haciendo sentir culpable por todo lo que yo causé.

Y como consecuencia, se está llevando todo lo bueno que me quedaba.

No buscaba tener un hijo, no lo quería. Pero saber que llegaría me trajo aunque sea un poco de esperanza.

Creí que mi vida cambiaría.

Quizá él hubiese llegado a cambiarnos, quizá hubiese logrado que ame a su madre.

Y ahora no está más.

No hay una vida que me valga. Ya no hay una segunda oportunidad.

Se nos ha ido.

—No llores más, por favor. —susurra.— No es tu culpa.

—No quiero causarte tanto dolor, Camila. No quiero que te sigas sintiendo así. Limpio mis lágrimas.— Perdóname, ¿Si? Prometo hacer que algo cambie.

Suspira profundo. Besa mis labios y hago el intento de sonreír.

Pero no puedo, maldita sea.