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Es un poco extraño ver a todo el mundo feliz a tu alrededor.

No, no es envidia. Pero sí, no sé cómo decirlo... ¿Incomodidad?

Digo, llegué desde muy temprano, esperaba ver a mis amigas solamente pero no, resulta que Maxi estaba aquí.

Y por supuesto llenó de amor a mi mejor amiga antes de marcharse. Y por supuesto me sentí incómoda.

Digamos que, a veces la vida es tan malvada que justamente cuando estás peleada con tu pareja, el amor florece en los otros.

¿Cuál es la necesidad?

Ruggero no vino. Tengo a todo el mundo preguntando qué pasa.

¿Y qué hago yo? Sonreír y decir que pescó un fuerte resfriado así que no podría viajar.

Me voy a ir al infierno por mentirosa.

Aparte ahora mismo estoy extrañando a mi bebé y quiero llorar porque son tantas cosas que apenas y pienso con claridad.

Estoy agotada. Física y mentalmente.

Y extraño a mi bebito hermoso, hace horas que aboné la casa y ya siento su ausencia.

Seguramente soy yo la llorona. Matteo ni se ha de acordar de mí.

—¿No está preciosa?

Valentina acomoda su cabello mientras me llevo un chicle a la boca. Asiento.

—Me gusta su peinado, se ve como una princesita... ¿Es que todas se pusieron de acuerdo en peinarse y vestirse como su princesa favorita?

—Yo no. —me recuerda. Me río.— Pero sí. Es lindo que Melanie haya escogido a Bella y Phoebe a Cenicienta.

—¿Tu a qué princesa vas a escoger?

Eso me hace reír.

—¿Para qué quieres que escoja una?

—Obvio, para el día en que te cases.

—Tienes más fe que yo. —suspiro jugando con mi pulsera.— No voy a escoger a ninguna princesa porque, al menos por el momento, no me voy a casar.

—¿Por qué no?

—¿Llego tarde?

Mi corazón da un vuelco mientras me alejo de la pared de la iglesia viendo a Ruggero correr hacia nosotras. Valentina sonríe.

—¡Ruggero! Había creído que no vendrías.

—Hola, Valentina. ¿Cómo estás? Que guapa te ves, y la bebé, es hermosa. —le dice dándole un corto abrazo.— Y por supuesto que vine, no me podía perder esto.

—Tu voz se escucha bien, Karol dijo que casi no tenías voz.

Aprieto los labios.

Debí decir que se murió, sería más justificable que su voz en perfecto estado. Ruggero se ríe.

—Me... Tomé una pastilla. Súper buena. —asiente.— ¿Y Maxi?

—Adentro, no entramos todavía porque Karol se siente mareada. —explica.— Pero los dejo, se deben extrañar mucho.

Antes de irse, Valentina da media vuelta y centra su atención en mí antes de decir;

—Tenemos que hablar.

Genial. Ahora lo sabe.

Bufo rendida mientras acaricio mi frente, Ruggero se pone a mi lado.

—¿Estás bien? ¿Es un mareo preocupante?

Almas Que Si Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora