—Buenos días.
Me remuevo en la cama enojada porque ha abierto las cortinas, él se ríe acostándose en la cama para abrazarme.
—Ya despierta, dormilona.
—Es súper temprano, Ruggero.
—Si, tempranísimo. Las diez de la madrugada apenas.
De inmediato abro los ojos.
¿Diez de la mañana dijo?
Me incorporo buscando a Matteo con la mirada. Él se ríe.
—Ni lo busques, no lo vas a encontrar, su fue con Leonardo y Alejandra. —me recuerda. Asiento.
—Entonces hay que seguir durmiendo.
Me pongo las mantas de nuevo sobre él y me abrazo a su pecho desnudo.
Nos quedamos despiertos hasta muy tarde y temprano a la vez por ver una película y ahora solo quiero dormir.
—Tendremos que ir por Matteo a casa de mis padres, vamos a cenar allá. —musita acariciando mi espalda antes de colar sus manos debajo del suéter de mi pijama.
—Okey, pero ahora duérmete.
—¿Tan cansada estás?
—Mhm. —suspiro subiendo mi pierna a su cadera.— Ya cállate y duerme como los normales.
Me vuelvo a quedar dormida y esta vez es hasta las doce que noto que ya no está en la cama y me levanto a bañarme.
Cepillo mis dientes antes de alcanzar a Ruggero en el jardín. Ahora mismo está haciendo ejercicio, y yo, cómo buena novia que soy, le miro mientras como fruta.
Soy la mejor dando apoyo moral.
Cuando termina de hacer ejercicio avisa que irá a bañarse y que esté lista porque iremos a comer afuera aprovechando que hoy estamos solos así que subo a alistarme.
El reloj marca las doce y cincuenta cuando salimos de casa. Y a la una y cuarto, estamos comiendo en un restaurante del centro.
Evidentemente me tomo mi tiempo de preguntar por Matteo y de hacer una videollamada con mi cuñado para ver a mi hijo.
Si que disfruto del tiempo a solas con Ruggero. Pero es que mi bebé aún es chiquito, aún siento la necesidad de cuidar de él.
—Este pastel está riquísimo. —musito lamiendo la crema de mi cuchara.— ¿Pero puedo probar el tuyo?
Me extiende su pastel y yo tomo un poco llevándolo a mis labios. De inmediato siento la explosión de sabor en mi boca.
—Este está más rico. —hago un mohín.
—¿Cambiamos?
—Si insistes tanto. —tomo su pastel.— Gracias.
Me termino el pastel y me quedo mirando el lugar hasta que Ruggero se termina el suyo y se levanta a pagar.
Abandonamos el restaurante, tomo su mano caminando con él por el centro comercial.
—¿Recuerdas el video que me enseñaste el otro día?
—¿Cuál? —musito buscando mis chicles.
—El de la cocinita y la lavadora y todos esos juguetes pequeños que parecen más de colección que para jugar.
—Ay si, hasta venían con sus muñequitos.
—Pues te tengo una buena noticia.
—¿Cuál?
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Almas Que Si Son Gemelas
FanfictionLa vida es más sencilla cuando aceptas que no todos los príncipes azules aman a una sola princesa.