Ruggero P.
Dos semanas y media sin ellos.
Karol me juró que tardaría pero regresaría, que nunca se iría. Y sin embargo aquí estoy, llegando a casa todos los días solamente para encontrarla vacía.
Y eso me disgusta mucho.
Apenas y responde mis mensajes. De hecho ni los responde. Los ignora y envía fotos y mensajes poniéndome al día de lo que Matteo hace.
No hace ni dice nada más.
Y por supuesto que estoy frustrado porque me he cansado de pedirle perdón sin obtener una respuesta.
Tan solo quiero que mi novia y mi hijo vuelvan a casa.
Si es que Karol aún es mi novia...
Un nuevo suspiro brota de mis labios mientras firmo los documentos que Leonardo me ha traído.
—Hoy me voy a ir temprano. —me hace saber.— Es que tengo que hacer unas cosas de la boda.
—Okey, vete.
—¿Pero no te enojas?
—Leonardo, no eres un niño y no soy tu jefe. Si te quieres ir, vete.
—Sigues de mal humor. —suspira.— ¿Aún no te dice si va a volver o no?
Niego. Mi hermano musita que lo siente y se pone de pie en el momento en el que mi secretaria entra.
—He venido a que hagamos la agenda para tu viaje. —me explica. Asiento.
—Bueno, entonces yo me voy.
Leonardo se pone de pie, se despide de Jenny y abandona la oficina dándole la oportunidad a mi secretaria de sentarse y comenzar con todo lo que tiene por delante.
Haré un viaje de dos semanas a tres distintos países para cerrar tres distintos tratos. Y como Leonardo sigue organizando su boda y yo al parecer no tengo familia, iré solo.
Y evidentemente, entre tratos, voy a tener algunas importantes reuniones. Así que si, estoy un poco estresado para pensar.
—En las dos semanas, tienes cinco días libres contando los fines de semana. —me dice. Asiento.— ¿Necesitas que te haga planes para esos días?
Niego, no quiero hacer nada en específico.
Si es que se me apetece hacer algo, sé que se me va a ocurrir en el momento. No tengo interés alguno en los planes.
Ella se pone de pie caminando hacia la ventana.
—Puedo hacer lo que sea.
—No, encárgate de hacer las citas y reservar lugares, del resto me encargo yo. —le hago saber.
—¿Y cuándo vamos a viajar?
—Mañana temprano.
—¿Necesitas que te ayude con algo más?
Le miro, ¿Por qué tanta insistencia.
Ella suspira impaciente, suspiro profundo antes de negar. De nuevo.
Camina de nuevo poniéndose frente al escritorio.
—Puedo hacer lo que necesites para estar bien. —insiste frotando los muslos entre sí.— Lo que me pidas.
—Ya te dije que no necesito ni te voy a pedir nada.
—¿Estás seguro?
Se inclina en el escritorio ofreciéndome una visión de primera de su escote, lleva su mano a mi mejilla y la detengo.
ESTÁS LEYENDO
Almas Que Si Son Gemelas
FanfictionLa vida es más sencilla cuando aceptas que no todos los príncipes azules aman a una sola princesa.