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Ruggero P.

—¿Crees que haya dejado de odiarme? ¿Y si llamo para disculparme?

—¿Por qué no te callas? —golpeo la mesa.— Ya pasaron dos semanas. Ya cállate.

—Bueno perdón, pero es que no me gusta tratar mal a la gente. Y menos a la madre de mi sobrino. Yo sé que dije que te apoyaría en todo pero hablarle así a Karol sobrepasó los límites.

—¡Basta, Leonardo!

Bufa por lo bajo antes de volver a lo suyo, maldigo cerrando la computadora de golpe.

¿Qué mierda se supone que debería hacer?

Sigo sintiéndome herido. Y el embarazo no me lo pone nada fácil.

Quisiera tener la seguridad de Karol para afirmar que yo soy el padre.

Pero, mierda, no es sencillo.

No puedo creerle si me viene a decir esto justo después de haber estado toda una noche con Agustín.

No le creo.

No confío en ella.

Y duele pero es la verdad.

—Ruggero, te buscan.

Sandra, la muchacha que me ayuda con la limpieza de la casa abre la puerta del estudio. Asiento pidiéndole que se retire.

—Okey, tú y yo vamos a hablar, Pasquarelli. Y me importa un carajo que aquí vaya a correr sangre.

Mierda.

Aprieto la mandíbula. Leonardo se pone de pie.

—Me voy.

—No. —exijo pero él me ignora caminando hacia la salida.

Phoebe cierra la puerta y se apoya en esta haciéndome saber que no se piensa quitar. Maldigo en voz alta.

—¿Qué mierda quieren? ¿Tanto les cuesta dejarme en paz?

Agustín lanza un sobre en la mesa, lo tomo cuando idéntico que se trata de unos análisis de laboratorio.

—Yo no quería humillarla de esa manera, pero es la única forma de que entiendas. —me hace saber.

Abro los resultados de los análisis leyendo el nombre de Agustín.

Y el negativo escrito en negrilla. Dejo el papel a un lado.

—Vete.

—Si, me voy. Pero antes, quiero decirte unas cuantas cosas. —me señala.— Tu inseguridad es una mierda. Karol no me ama, ni yo la amo a ella.

—Sí, claro.

—¡Nosotros no tuvimos sexo! —me lanza lo primero que encuentra.— No hubo sexo como tal, solo sexo oral, ella no quiso ir más allá al final de cuentas.

Aprieto la mandíbula.

—Mientes.

—Piensa lo que se te dé la maldita gana, ya lo arruinaste de todos modos. —camina hacia la puerta.— Ya la rechazaste, ya la dejaste sola, ya le dejaste claro que no la amas.

—Lárgate.

—Si, pero claro que me voy. Pero antes, quiero que estés consciente de que estás jodiendo todo tu futuro con tu hijo. Ya lo jodiste con Karol, pero aún tienes la oportunidad de hacerlo bien con el bebé.

Almas Que Si Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora