6

502 84 29
                                    

He de decir que mi viaje a Kansas fue lo mejor que me pudo pasar desde que comenzó el mes.

¿Tan rápido pasa el tiempo? Bueno, es obvio que si.

Julio llegó tan rápido como se fue.

Y ahora, comenzamos agosto con toda la actitud positiva del mundo...

Miento, en realidad estoy sentada frente a un enorme escritorio revisando papeles que no entiendo. Que aburrido.

Yo no quiero estar aquí. Mi cafetería me necesita. Y yo la necesito a ella.

Bostezo mientras amablemente espero a que Valentina me traiga mi café. Estoy estresada, quiero insultar a alguien para que la adrenalina salga de mi cuerpo.

Mi mejor amiga llega un rato después con mi café en mano y mientras hablamos de lo aburrido que es trabajar, yo me bebo todo el café.

No soporto esto, me quiero morir.

¿Y si me caso con alguien que quiera hacerse cargo del negocio familiar?

Me voy a casar con... Federico.

No sé qué tiene que ver pero quiero.

Es un gran chico. Está siempre al pendiente de la abuela y ella está muy cómoda con él.

Su trabajo es literalmente hacerle compañía a la abuela. Y por ahí hasta escuché que hay una herencia a su nombre...

Se lo merece, no se niega lo evidente.

Después de tomarme mi café y de desquitar mi furia rayando una hoja, por fin puedo volver al trabajo. Y no es hasta la hora del almuerzo que me siento verdaderamente feliz.

Comer siempre me hace bien.

—Amiga. —Valentina relame sus labios mientras corta su carne.— ¿No pensaste en abrir otra cafetería guión heladería?

—No. ¿Por qué?

—Porque deberías, ¿Te imaginas una en los Hamptons? Sería genial.

Me encojo de hombros. No lo había pensado. Ella suspira y comienza a hablar de cosas sin sentido.

Me quedo escuchándola mientras el mesero pasa por mi plato y me deja el postre. Le sonrío.

—¿Y sabes qué? Llevo esperando mucho tiempo, ya merezco que alguien más me haga caso.

—¿Qué te haga caso? —pincho una fresa.— Cualquier hombre o mujer en este mundo te haría caso. Solo mírate.

—Ay, ¿En serio piensas que soy hermosa?

Le miro con obviedad, ella sonríe encogiéndose de hombros.

—Ya que tocamos el tema, hay algo que quiero hacer pero sola no me atrevo.

—¿El qué? —relamo mis labios mientras ella se acomoda y mira a todos lados.

—Heels Dance.

Arqueo una ceja. Sonríe.

—No soy lo suficientemente sensual como para lograr eso. —me encojo de hombros.— Así que no cuentes conmigo.

—Karol... ¿Ya te miraste? Eres jodidamente sensual.

Me río.

Si... Ella miente.

Soy de todo menos sensual.

Hay muchas cosas que me faltan para ser sensual.

La sensualidad no está en mi ser.

—¿Quieres abrir tu Instagram y mirarte? ¡Y encima las fotos que tienes en tu galería y nunca subes!

Almas Que Si Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora