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Siempre he pensado que el tiempo es uno de los factores que más duelen. Y que el amor siempre va a depender del tiempo.

No sé por qué pero el simple hecho de pensar en que el tiempo se te puede escapar de las manos, me hace cuestionarme respecto a lo que estoy haciendo con mi vida.

Lo que me lleva a hoy.

Hoy, veinticuatro de diciembre, he hecho mi obra de caridad del año. Ayudé a organizar una boda.

Bueno, en realidad la organicé yo sola. Sin la ayuda de nadie.

Y desearía ser yo la que se está casando pero no, solo soy la desafortunada organizadora y la testigo de Manuel. Agustín será el testigo de Melanie, y aunque todo esté perfectamente organizado, espero por Dios santo que lleguen a tiempo.

Melanie no sabe que se va a casar, por fortuna. Pero, Manuel se ha ido a visitarla en París para supuestamente pasar unos días juntos.

Y para crear la excusa perfecta que les hiciera volver, se me ocurrió hacerme pasar por enferma.

Bueno, por enferma no, por loca. Y eso parece funcionar para mis queridos mejores amigos porque siempre que digo que me siento triste piensan que me voy a matar.

Y que feo de su parte porque digo, loca si estoy pero a esos extremos jamás.

Pero como sea.

He estado el último mes organizando una preciosa boda sorpresa. O cómo se le diga.

La música de entrada es la que Melanie siempre soñó, la melodía de La Bella y La Bestia. Y el vestido de novia, es una réplica del vestido de Bella. En la parte de arriba, porque no le gustan los vestidos de corte princesa.

Así que solo la blusa del vestido es casi idéntico.

Si, estoy cumpliendo los sueños de mi mejor amiga porque sé que cuando una mujer se quiere casar, lo hace por lo alto.

Así que si, soy la mejor en esto.

Aunque ayer no dormí y hoy menos. He estado despierta desde las cinco de la mañana checando cosas del salón y la ceremonia civil que se va a llevar a cabo en el jardín.

El lugar es precioso. Es discreto por fuera pero toda una explosión de belleza por dentro.

Es que como digo, pensé en todo.

—Karol, ¿En serio ya estás lista?

Valentina entra a la habitación con su vestido en manos. Levanto mis pulgares mientras ella suspira.

—Pero falta un poco todavía.

—Pero yo ya no tengo tiempo para nada. —paso mis manos por mi blusa.— ¿Cómo me veo?

—Preciosa, ese pantalón me encanta. —me dice soltando un bostezo.— Que cansada me siento, estoy agotada física y mentalmente.

Me río negando, ella se lanza a la cama y se acomoda susurrando que va a dormir un poquito más. Y ese poquito se convierte en dos hora y media.

Mismas horas que uso para recibir al estilista de la novia y para organizar el vestido de novia.

Vuelvo a bajar al salón esta vez para asegurarme de que la orquesta ha llegado y tiene todo listo. Y mientras hablo con la encargada del catering, el mensaje de Manuel llega.

Están aquí.

De inmediato salgo al estacionamiento a buscar los anillos y los zapatos de la novia.

Soy todo un caos ahora mismo.

Almas Que Si Son Gemelas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora