Ruggero P.
—Me gusta la manzana, pero también el durazno. Pero la fresa combina más con las galletas...
Apoyado en el carrito le veo escoger sabores de mermeladas.
Hace un mohín y al final mete las tres al carrito. Me mira y le sonrío mientras ella rasca su frente.
—¿Podemos llevar las tres, por favor?
—Ya las tomaste, muñeca preciosa. —le hago saber señalando las mermeladas dentro del carrito.
—Ah bueno, si es verdad. —toma un frasco de dulce de leche.— ¿Podemos llevar esto también?
Asiento, sonríe poniendo todo dentro del carrito y finalmente retoma su caminata por los pasillos del supermercado.
Habíamos estado todo el día fuera sin un plan en específico pero haciendo cualquier cosa que nos distraiga. Fuimos al cine, aprovechó para hacerse las uñas y cortarse las puntas del cabello, vimos teatro callejero y ahora estamos haciendo compras.
Le dije que llevaríamos cantidades pequeñas porque no nos vamos a quedar mucho tiempo en New York y no necesitamos tanto. Pero aquí estoy.
Viéndole coger por lo menos tres frascos, cajas o fundas de cada cosa.
¿Y lo peor? Sus ojos son mi debilidad.
Y cada vez que me pregunta si podemos llevarnos algo, mi respuesta es un rotundo sí en cuanto veo sus ojos.
Es que, ¿Quién le dice que no?
Veinte minutos después, por fin tiene todo lo que necesita y me confunde que apenas subimos todo al auto, me pida que vaya a darme una vuelta o algo.
Pero obviamente no lo hago, en su lugar, me quedo con ella viendo cómo saca todo y lo ordena en fundas.
Pero esta vez, seleccionando una cosa de cada funda.
No entiendo qué hace pero media hora después termina y me mira susurrando que tiene ganas de comer.
Asiento indicándole que puede elegir lo que quiere comer y yo la llevaré.
Se decide por un restaurante en una zona poco concurrida para ambos. Pero la llevo igual. Y cuando nos bajamos, me pide que abra la cajuela.
Cada vez entiendo menos pero entonces ella saca las bolsas y camina hacia una mujer que se encuentra sentada en las pequeñas escaleras.
No entiendo nada y ciertamente, no sé qué debería hacer porque mi mente aún está procesando.
Pero desde mi lugar la veo hablarle a la mujer con un cariño genuino, la mujer llora, yo me confundo todavía más y entonces comprendo todo cuando veo a mi novia entregarle las bolsas a la mujer.
Oh...
Entonces por eso es que elegía dobles cantidades de cada cosa.
Yo creí que era porque era indecisa.
Después de haberle entregado todo, se despide de ella con un abrazo y finalmente regresa hacia mí. Cierra la puerta de la cajuela y me mira antes de reír.
—¿Qué?
—Perdón, es que no entiendo. —admito.— O sea, que lindo gesto, mi amor. Eres increíble y tienes un corazón hermoso. —la felicito.— Pero, ¿Es que cómo llegamos hasta aquí? O sea tú nunca vienes por aquí, no sabía que conocías a esa mujer... Estoy confundido.
—Ella es Sandra, es madre soltera y emigró hace solamente dos meses. —explica.— Su situación es difícil porque no tiene quién cuide a sus bebés y obviamente encontrar un trabajo es difícil. Llegó hace una semana a la cafetería pidiendo trabajo, evidentemente por el problema de lo ilegal que es contratar a personas ilegales, valga la redundancia, no pude hacer mucho por ella, pero le prometí ayudarla.
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Almas Que Si Son Gemelas
FanfictionLa vida es más sencilla cuando aceptas que no todos los príncipes azules aman a una sola princesa.