Nada como decorar la casa para navidad.
Nos estamos dedicando a eso ya que Matteo no fue a la escuelita por la tormenta anunciada.
Dormimos hasta las diez, jugamos con la bebé y bajamos a desayunar antes de sacar las cosas para Navidad.
Y aquí estamos, intentando armar el desastre llamado árbol.
Matteo juega con las piezas, Sophia duerme en su cuna y yo soy un caos andante con el manual en italiano.
Quiero a mi mamá.
—Buenos días.
Ruggero entra a la sala dejando su abrigo mojado a un lado. Respondo su saludo mientras Matteo le saluda con un movimiento de mano y un;
Buenos días, papá.
Una semana después de la discusión y de la disculpa de Ruggero hacia Matteo, nada ha cambiado.
Bueno, un poco sí.
Ruggero intenta volverse cercano a Matteo pero él ya no quiere estar con su padre. No quiere hacer más que estar conmigo o jugando solo.
Ya no hay regaños ni gritos, ahora hay palabras con paciencia y amor que explican las cosas que Matteo no puede hacer.
Ya no hay peleas, ahora solo hay silencio.
Y creí que eso estaba bien para Ruggero. Pero resulta que no.
O eso es lo que yo siento cuando estamos cenando. Siento su incomodidad, siento su lejanía.
Pero, no pienso hacer nada esta vez.
No fue mi culpa.
Yo no tengo la culpa de en serio nada.
—¿Qué hacen?
—Decoramos la casa para la llegada de santa. —musita mi hijo.— ¿Por qué estás aquí, papá?
—El clima es horrible, todos están en sus casas ahora. —resume y Matteo asiente.— ¿Necesitan ayuda?
—Mami no puede poner el árbol.
—¿Te ayudo?
Asiento dejando el manual a un lado. Él se acerca desabrochando su camisa y me pongo de pie.
—¿Hacemos chocolate caliente, mi amor?
—¡Si, mami!
Mi hijo salta emocionado y le tomo en brazos caminando hacia la cocina.
Pongo leche a hervir mientras busco todo lo que necesito y lo dejo sobre la encimera.
Mi hijo me mira sin perderse detalle de mis movimientos.
—¿Qué haces, mami?
—Un pastel rápido. —musito rociando mantequilla en la sartén.— ¿Quieres que lo hagamos juntos?
Asiente, dejo que mi hijo me ayude con el procedimiento de hacer un pastel de chocolate.
Lo ponemos en la estufa y dejando que se cocine mientras esperamos que la leche hierva para hacer el chocolate caliente.
Matteo mueve sus pies sobre la encimera mientras muerde sus almendras.
—¿Mami?
—Dime, amorcito. —saco las tazas poniéndolas en la encimera.
—¿Qué es el perdón?
El perdón...
¿Cómo le explico eso?
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Almas Que Si Son Gemelas
FanfictionLa vida es más sencilla cuando aceptas que no todos los príncipes azules aman a una sola princesa.