Creo que bebí demasiados shots de tequila juntos para olvidar la tensión.
Y creo, realmente creo que me he equivocado porque ahora mismo estoy mareada y enojada con todos.
Phoebe, cómo la buena amiga que es, ha estado explicando las dinámicas. Y antes de finalizar con los juegos y comenzar con lo que de verdad importa, que es bailar hasta que amanezca, se supone que tenemos que hacer cuatro equipos.
Cada equipo con un color y así.
El chiste es que vamos a bajar y vamos a jugar en un escape room. Siempre quise jugar en uno.
Bueno, no jugar como tal, si no ver por las pantallas cómo el resto se rompe la cabeza intentando salir.
Es que a mí esas cosas me dan miedo.
Y por eso me mantengo sentada en la barra con una nueva margarita en la mano.
Hasta que mi estómago se revuelve y me tengo que poner de pie caminando hacia el balcón.
Me apoyo en el barandal respirando profundo. Estoy mareada.
—¿Te encuentras bien?
Me sobresalto y toco mi pecho viendo que Ruggero sale al balcón y cierra la puerta detrás de sí.
Pero entonces comienza a llover y maldigo corriendo hacia la puerta.
Me gusta la lluvia, pero cuando de la nada comienza a llover así de fuerte, me da miedo.
Grito cuando un rayo cae de la nada haciendo un fuerte ruido. Él me abraza.
—Hey, tranquila. Es solo un rayo. —susurra.
—No quiero, esas cosas matan personas.
Sorbo mi nariz llevando mi mano a la manija de la puerta. Él me abraza con más fuerza pidiéndome que me calme.
Y tan pronto logramos entrar, me siento en la silla más cercana tocando mi pecho.
No me gustan los rayos, truenos o lo que sean. Les tengo miedo.
Y el sonido es exaltante.
—Pero a la señorita le gusta la lluvia. —susurra burlón. Limpio mis lágrimas.
—La lluvia, no las tormentas.
—Pero no llores, va a pasar.
—No me gustan. —insisto apretando mis manos en puños.
Un nuevo rayo, un nuevo grito.
Cubro mis oídos, él me abraza llevándome lejos de la puerta del balcón.
Compruebo que todo está en silencio porque evidentemente, se han ido abajo a jugar. Me siento frente a la pantalla pero estas, y todo el lugar, pronto se apagan.
Sollozo asustada.
Las tormentas siempre me dan miedo, y esta no es una excepción.
Las tormentas me recuerdan al día que papá murió y mamá me dejó sola en el departamento por ir al hospital. Las tormentas me recuerdan a cosas feas.
Y suenan feo.
—Hey, ya. —Ruggero se sienta a mi lado.— Va a volver.
—Tengo miedo. —sollozo.— Me quiero ir.
—Pero si nos vamos, te vas a asustar más. —intenta razonar conmigo.— A ver, preciosa. Ven aquí.
Me siento en su regazo y dejo que acaricie mi cabello mientras voy normalizando mi respiración. Poco a poco comienzo a quedarme dormida.
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Almas Que Si Son Gemelas
FanfictionLa vida es más sencilla cuando aceptas que no todos los príncipes azules aman a una sola princesa.