Prólogo

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La guerra contra Hades había concluido, concluido, el santuario rebosaba de paz y tranquilidad.

En la casa del santo de cisne descansaba una mujer después de haber dado a luz a un tierno par de mellizos. Ellos estaban durmiendo plácidamente.

Al cuarto se sumó una sombra de mujer, ella se acercó a la cama, y con una manta envolvió a uno de los bebés y lo cargo en brazos, el recién nacido lloró al ser cargado por una desconocida.

—???: Tranquilo, señor Hades—Empezó a mecer al niño—No le haré daño, jamás sería capaz de eso—Miró con desdén la cama donde yacían la madre y el otro bebé, que había empezado a llorar—Descuide, usted será llevado al infierno y será cuidado por Perséfone y La diosa del Caos, tal vez si logró hablar con los señores Thanatos e Hypnos podamos traer a su hermana.

—¿¿¿: ¡Maldita Pandora!—Entró abruptamente el caballero del Fénix—¡Aléjate de ellos en este mismo instante!

—Pandora: Maldito seas—Acurrucó al bebé en su pecho y dio varios pasos hacia atrás—¡No vas a arruinarlo esta vez! Thanatos he Hypnos se esforzaron para que esté niño tenga salud, si no fuera por ellos, muy probablemente lo hubieran matado mientras aún se hayaba en el vientre de su madre.

—???: Podemos hacer esto por las buenas o por las malas, tú decides… Pero me darás al hijo de mi hermana.

—Pandora: —Ella tomó su lanza en mano, y se preparaba para atacar—¡Muere de una vez, caballero del Fénix-

—Thanatos: No tan deprisa, Pandora—Dijo una gruesa voz, no parecía venir de ningún lado, pero ellos podían sentir al mismo tiempo esa oscura presencia maligna—Tal vez él le sirva a Perséfone para algo.

—Hypnos: Mátalo de una vez, ese idiota no nos dejará en paz.

—???: ¡Yo sería capaz de perseguirlos hasta el mismo infierno para recuperar a mi sobrino!—Gritó, viendo a la cama y viendo que su hermana no parecía despertar a pesar de tantos gritos—¿Por qué mi hermana no reacciona? ¡¿Qué le han hecho?!

—Hypnos: Cálmate, solo la dormí con mi cosmos, en cuanto nos vayamos despertará—Dijo la voz, que se oía aburrida.

—???: Ustedes son dioses, pero me sorprende que no puedan pisar o usar los poderes aquí en el Santuario, qué linda es la tierra santa—dijo sarcásticamente.

—Pandora: Pero yo si puedo atacarte, caballero del fénix—Apuntó al Fénix con su lanza, con una mortal mirada y preparando su lanza para dar una descarga de cosmos.

Nadie supo como pudieron escapar de ahí, y el Fénix prometió guardar silencio de esa noche a todos menos a su hermana, pero por suerte lograron que Pandora no se llevará a esos niños.

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora