Capítulo #49

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Aunque Haruto estaba en clases, su mente estaba en otro lado, llevaba los últimos cincuenta minutos en las nubes, ignorando la lección sobre mitología que daba el profesor Nachi.

—Nachi: Haruto—Logro sacar de sus pensamientos al joven—Haruto, dime por favor cuál es el dios griego de la sangre.

—Haruto: Icor es el dios de la sangre de las deidades—Respondió con la mirada pérdida, tanto como su mente en esos momentos.

—Nachi: ¿Y el de la sangre de los seres mortales?

—Haruto: —Se quedó en blanco, no se esperó esa pregunta, no había reparado en estudiar la mitología tan a fondo estos últimos días—No lo sé.

—Yuki: —Alzó la mano, y el docente le dio la palabra—La sangre de los humanos no tiene un dios, sino un semidiós.

—Haru: El semidiós de la sangre era conocido como Rin, era un humano adoptado en la mitología por Hera y Zeus, hermano mayor de Dionisio, Dios del Vino.

Haruto se sentía como si no pudiera pensar: No podía dejar de pensar en cómo enfrentar a Edén sobre sus mentiras, y la sola idea de plantarle cara le hacía sentirse paralizado.
¿Qué le iba a decir? Era demasiado extraño pensar en sacarle el tema, no había forma natural de hacerlo.
Él se iba a poner a la defensiva y eso arruinaría cualquier chance de obtener una explicación honesta.


Qué situación desastrosa…


Haruto de Lobo se quedó solo en el aula, la luz del atardecer se filtraba por las ventanas altas, tiñendo todo de un suave dorado. Las clases habían terminado, pero su mente seguía enfrascada en pensamientos sobre su pareja. No podía sacudirse la sensación de que Edén le ocultaba algo, una barrera invisible que les impedía conectarse plenamente.

El ruido de la puerta del salón abriéndose saco de sus pensamientos al santo de Lobo, levantó la mirada encontrándose con el santo de perro de caza, Yuki.

—Yuki: Haruto—dijo Yuki con una voz tranquila, pero firme como forma de saludarlo.

—Haruto: Hola, Yuki—Dijo con desánimo, no deseaba hablar con nadie en ese momento, su mente estaba demasiado revuelta como para agregar una conversación a la mezcla.

—Yuki: ¿Solo “hola”?—Caminó entre las mesas de madera, hasta llegar al lado de Haruto—Es la primera vez que te veo así de serio.

—Haruto: Eso es mentira, estoy siempre serio.

—Yuki: ¿Crees que soy ciego o muy imbécil? Eso es mentira, y más desde que empezaste a salir con Orión.

—Haruto: ¿Tanto rencor le tienes a tu ex?

—Yuki: ¿Ahora decirle por su título es rencor? Vamos a calmarnos—Se sentó en el pupitre—Fue una ruptura amistosa, y te di mi aprobación para que salieras con el cuándo me lo preguntaste—Haruto solo asintió dándole la razón—Ahora, ¿Me dirás que tienes? ¿O tendré que colmar tu paciencia?

—Haruto: No soy fácil de hartar.

—Yuki: Eso es porque no me has visto cuando quiero que me cuenten un chisme—Dijo mientras cruzaba las piernas y se colocaba la mano en la cadera, como toda una víbora—Soy todo oídos.

—Haruto: Sí que eres una víbora.

—Yuki: La mejor del santuario—Dijo mientras movía su cabello con la mano con galantería—Menos charla y más información.

—Haruto: Eres muy listo cuando se trata de eso—Toma aire, necesitaba aliento suficiente para soltar su monólogo de señora con tres divorcios, dos amantes y quince hijos psicológicos—Es sobre Edén.

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora