Capítulo #20

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(Templo de Sagitario, Santuario)

Rin y Seiya estaban haciendo su guardia diaria en su templo, Rin estaba distraído fumandose un cigarrillo mientras que Seiya estaba en la entrada, algo disgustado con el olor del humo. 

—Seiya: ¿Podrías dejar de hacer eso?— Se adentró en su templo, y reprendió al de cabellos negros con su mirada—Tus malas mañas terminaran matandonos, Rin— Agitó su mano. 

—Rin: Tu tienes tus cánceres, yo tengo los míos— Levantó la mano con la que sostenía el cigarro—¿Te pondrás a llorar?

—Seiya: Trata de tener mas seriedad, ¿Quieres?—Le arrebató el cigarro, y lo apagó—Despues de mi ultima misión no estoy de humor para tus sandeces. 

—Rin: ¿Ahora que mosca te pico?—Frunció el ceño—¿Qué te hizo la perra pretenciosa de Syun para que estes de tan mal humor?

—Seiya: No le llames así—Reprochó—E-el aun es mi amigo—Murmuró con cierta nostalgia.

—Rin: Era, Seiya—Se burló—Ademas cuando lo conocí era una mujer—Agregó.

—Seiya: No porque ellos hayan decidido que no soy su amigo  significa que yo los dejaré de considerar mis amigos—Tenía un poco más de seguridad—Si ellos necesitan mi ayuda ahí estaré.

—Rin: Tienes una visión demasiado buena de esos desgraciados—Se le acercó a Seiya, vistos así uno al lado del otro parecían gemelos, Rin era ciertamente el reflejo idéntico se Seiya—Ellos te abandonaron, ellos te odian y tú lo sabes, tu auto-compasión me da lastima, Seiya

—Seiya: ¿Y de quién es culpa?—Seiya sabía muy bien la respuesta a esa pregunta, y Rin también—Si tan solo me dijeras en que asuntos estas metido yo podría disculparme y dejar esa pelea atrás.

—Rin: ¿A ti qué más te da esa gente? Ellos no te quieren, incluso hicieron que tú propia familia de sangre te rechazará, ¿Por qué esa fijación en disculparse? ¡Ellos son los que te hacen mal! ¡No al revés!—Despotricó, arrebatándole a Seiya el cigarro de las manos.

—Seiya: Si no fuera por ti tendría una vida mucho mejor—Le recriminó, Rin ni siquiera le prestó atención por prender el cigarro.

—Rin: Eres un llorón, no es mi problema que tú nunca hayas tenido las pelotas de reclamar lo que es tuyo.

—Seiya: Tu sales peor parado que yo en esta situación, a quien persigue la diosa Anfitrite es a ti—Señaló la cicatriz de Rin, igual a la suya, cruzaba el puente de la nariz en forma diagonal, de derecha a izquierda y terminaba en la parte superior de la mejilla—Te maldijo fue a ti.

—Rin: —Se echó a reír ¡Que hilarante era Seiya!—Por si no te haz dado cuenta nos maldijo a ambos—Se reía más al ver que Seiya se tomaba más enserio esa conversación—Tu fuiste quien le aventó a Nike en las piernas, burro tonto. Me sorprende que tampoco persiga a Saori.

—Seiya: Fue lo mejor que pensé para detenerla, y al final funcionó.

—Rin: Digamos que sí—Dió golpecitos al cigarro, retirando el exceso de ceniza en la punta—Solo en eso tuviste pelotas.

—Seiya: Al menos la mujer que amo no huye de mi—Respondió y de dirigió de regreso a la entrada del  templo.

—Rin: —Rió por ese intento de ofensa—Al menos yo tengo un hijo, Seiya. Porque creo que el tuyo está muerto—Fingió un gesto de sorpresa—¿Y lo peor? ¡Tú hija ni siquiera es tu hija!—Que difícil contener la rabia de golpearlo, no tenía derecho a burlarse por más que fuese cierto.

—Seiya: Yūna es tan hija mía como ese chico es hijo tuyo, Rin—Gruñó, poco le molestaba saber de la familia de Rin.

—Rin: —Hizo un ademán con la mano—Dos hijos, Seiyita—Puso su brazo al rededor de su cuello—Sacaste muy mal carácter, debe ser por la familia de tu padre.

—Seiya: Si tanto presumes ¿Dónde están?

—Rin: ¿Eso es relevante? Se que soy más feliz que tú estando con Shaina—Despeinó a Seiya—Tiene la mecha corta esa mujer.

—Seiya: ¿Qué te da derecho a hablar de ella?—Alzó una ceja.

—Rin: Pues ser compañeros de trabajo, no sé cómo sea ella como cónyuge.

—Seiya: Piérdete.

—Rin: Seiya Kido Guraad, sabes que yo tengo razón—Fingió regañarle, pero pronto empezó a reír—"No confundas obsesión o deber, Seiya~"—Imitó esa voz que Seiya conocía tan bien, ¡No tenía derecho a hacer burla de eso!

—Seiya: —Apretó el puño. En un arrebató de ira le lanzó un ataque, lamento que su ken hubiera impactado contra la pared del templo—¡Cállate!—Gruñó iracundo—¡Cierra la boca por una maldita vez! ¡Por tu culpa!—Soltó lágrimas de impotencia—P-por tu culpa—Se limpió la cara.

—Rin: ¿Por mi culpa? Tu tienes la culpa, pegasito—Paso de largo y salió del templo.

Seiya se sentía horrible, no sabía cómo Rin podía sacarle el enojo, indignación y traerle pésimos recuerdos.

Se quitó del pecho la estola que llevaba como adorno en su cuello, sabía exactamente de quién era, pero no tenía ni idea de cómo había llegado a tenerla. Se quedó viendo el trozo de tela, tenía gran significado, pero después de un rato la dejo sobre una mesa y se retiró a la parte del templo que fungía como su casa.

Continuará...

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora