Capítulo #35

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Seiya ese día se había quedado en su templo para cuidar de la bebé, la verdad ese día no tenía muchas misiones que atender.

—Seiya: Vamos a comer, pequeño monstruito—La cargó—¿Quién anda ahí?—Un cosmos anunció su llegada al templo.

—Saori: No me digas que te soy miedo—Se echo a reír y se aproximó a él—Hola Seiya.

—Seiya: Saori, lo lamento—Realizó la debida reverencia hacía Atena—No logré reconocer tu cosmos.

—Saori: No hay cuidado—La bebé llamo la atención de la deidad, era lo más adorable que habia visto—¿Y esta pequeña quien es?

—Seiya: Saori, te presento a Seira—Señaló con su mano a la infante—La estoy cuidando en lo que Rin busca a sus padres.

—Saori: ¿Seira? Tienen nombres similares—Extendió las manos para que Seiya le pasará a la niña—¿De dónde es?

—Seiya: Dicen que de algún país de América del sur, me imagino que Ellen debe saber de eso.

—Saori: ¿Y a Shaina y a Yūna les agrada tener a la bebé en la familia? Se cómo puede llegar a ser Shaina a veces.

—Seiya: Ella es buena con los niños, no se a que te refieres.

—Saori: ¿No te acuerdas que cuando Yūna era una bebé tenían una nodriza?—Seiya negó con la cabeza—Tu memoria va de mal en peor, Seiya.

—Seiya: ¿Nodriza? ¿No se dice "niñera"?

—Saori: No, era una nodriza.

—Seiya: ¿Y cuál es la diferencia?

—Seira: Ñodiza—Trató de pronunciar.

—Saori: Si, Seira——Una nodriza es como se les llamaba a las niñeras antes, como “Amaltea” en la era del mito con Zeus.

—Seiya: Ah, ¿La cabra?

—Saori: No era una cabra, era una diosa menor con Cuernos de cabra—Corrigió.

—Seira: ¡Cabra!

—Saori: ¿Y Shaina dónde está?

—Seiya: Está realizando una guardia, y luego irá a vigilar el entrenamiento de nuevos aspirantes a caballeros de Atena—Caminó hasta la cocina para servirle a su amiga algo de beber—¿Y a qué bajaste a la casa de Sagitario? Pensé que tú nana no te dejaba salir a menos que fuera necesario—Puso a preparar un par de tazas de café.

—Saori: Mu me dejó bajar a dar un paseo por los jardines de la casa de virgo, y tengo que pasar por Sagitario para eso—Saco una mesa del comedor y se sentó—Y yo quería pasar a ver a mis amigos, hace tiempo que no salimos.

—Seiya: Desde las doce casas—Se apoyó en la encimera de la cocina—Para ser caballeros en ese entonces hacíamos demasiadas cosas de personas normales.

—Saori: ¿De personas normales? Yo creo que estar casado y con hijas es algo muy normal, Seiya.

—Seiya: Me refiero a que nos comportabamos como personas de nuestra edad, hacíamos cualquier cantidad de tonterías cuando no estábamos arriesgando la vida.

—Saori: Para mi no fueron tonterías, fueron los meses más divertidos que tuve en la vida—Sonrió con nostalgia.

—Seiya: Tienes mucha razón—Se sirvió una taza de café—¿Quieres?—Levantó la taza.

—Saori: Me gustaría más un chocolate caliente.

—Seiya: Solo no te pongas muy exigente, que no soy bueno en la cocina—Se colocó en puntillas para alcanzar el gabinete con las ollas.

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora