Capítulo #12

39 1 0
                                    

Marín se fue, confiando en que Shiryu llevaría a sus hermanos de regreso al hotel. Aunque no era fanática del santuario, no iba a perder la oportunidad de visitar a sus camaradas y a sus sobrinos.

Se habían reunido en la cabaña de Heros, los niños corriendo al rededor de la casa y lo adultos charlando y vigilando que ellos no se matasen entre si.

—Ellen: ¡Marín!—Se lanzó a abrazarla y besarle la mejilla—Mi amor, ¿Cómo te fue?

—Marín: No lo sé, con suerte no tendré que volver a traer a los niños a este sitio—Llevó su mirada a sus hijos.

—Ellen: Bueno, Edén y Oscar parecen estarse divirtiendo, y los pequeños monstruitos están en el cochecito durmiendo—Le tomó la mano—¿Qué te paso en la cara?

—Marín: Un desacuerdo con Shaina, como en los viejos tiempos—Dijo irónica.

—Ellen: Los "viejos tiempos" me lo pueden ma-

—Syun: ¡Ellen!—Reprendió, causando la risa de la pelirroja.

—Ellen: ¿Y yo qué hice?

—Syun: No puedes decir esas cosas frente a los niños, ¡Eres una mala influencia!

—Ellen: ¿Y cómo sabes lo que iba a decir?

—Oscar: ¡Mami!—Abrazó las piernas de Marín entre risas—¿De qué hablan?

—Marín: No sé, yo creo que papá y tío Syun están locos.

—Ellen: ¡Ven para acá!—Le hizo cosquillas y lo cargó en brazos—Este monstruo catire ha estado inquieto todo el día.

—Edén: Lleva todo el día molestándome para que lo llevara a pasear.

—Marín: ¿Quieres pasear?

—Oscar: Sí, pero Edén es mal hermano y no me deja—Infla los cachetes y se cruza de brazos.

—Marín: Bueno, podrían ir a pasear, pero sólo por las rosas demoníacas.

—Ellen: Y deben ir acompañados—Baja a Oscar. .

—Syun: Yo los puedo vigilar; pueden quedarse tranquilos.

—Edén: Ya la oíste, engendro de Satán. Vamos a pasear. Y tú vienes conmigo—Jala a Kōga del brazo.

—Kōga: ¿Y yo por qué?

—Edén: Porque puedo, porque quiero y porque se me da la gana.

—Kōga: ¿Qué clase de justificación es esa?

—Edén: La mía, así que te aguantas o te aguantas, ¿Verdad, gremlin?

—Oscar: Cierto.

—Edén: Además, hay muchos adultos: Pueden cuidar de los demás.

—Kōga: Se aliaron en mi contra. No es justo.

—Enma: Holis.

—Edén: ¡Nojoda!—se echo unos pasos para atrás—¡Deberías considerar seriamente el volverte un ninja!

—Enma: No gracias; prefiero la paz mental.



Empezaron a caminar por el extenso campo cubierto de rosas, no solo rojas sino que también blancas y azules, todo un espectáculo.

A lo lejos, en uno de los coliseos, Haruto y Souma decidieron olvidar el tema de las rosas, pronto Edén tendría que volver a América y no podrían preguntarle.

—Haru: Yūna, pareces distraída. ¿Qué tienes?—Se sentó a su lado.

—Yūna: Nada.

—Haru: No creo que "nada" te haga poner esa cara tan seria—Le tomó la mano—¿Qué paso?

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora