Capítulo #46

8 0 0
                                    

Kōga aún tardaba en adaptarse, había vivido por un poco más de seis meses en Grecia, las costumbres seguían aún dentro de él, tendría que desaprender la mayoría de hábitos, ya que no eran útiles en un lugar como un palacio.

El frío no le solía representar un problema, de hecho se divertía al pasear con Diable por el bosque de Amatista, el lobo también gustaba mucho de esos paseos, porque podría cazar algún animal, aunque su dueño terminaba por descartar las presas–Kōga le daba asco encontrar a Diable con cosas muertas entre dientes, sobre todo cuando cazar para él era innecesario—, y darle algún premio cuando volvían al castillo.

Ya era tarde en la noche, y Kōga se había despertado por causa de una pesadilla.

En realidad, él jamás había gozado de un buen sueño. No era que no los recordara, directamente no tenía.

Ya debería de haberse acostumbrado, ya tenía casi dieciséis y aún despertaba sudando y asustado de sus pesadillas.

Decidió que no iba a volverse a dormir si iba a obtener el mismo resultado de siempre, por lo que se puso su abrigo y botas, pensó en despertar a Diable, pero le dio ternura ver al animal dormido al lado de su cama, así que decidió dejarle dormir.

Camino sin un rumbo fijo, daba vuelta por el patio de Odín, quería calmar sus pensamientos.

—Kōga: ¿Desde cuándo tener pesadillas con gente que ni conoces es normal?—Se tocó la frente—¿Por qué no puedo tener sueños bonitos como el resto del mundo?

Entró en una parte en ruinas, algún sector olvidado de los patios, los miraba con curiosidad, tenían un aire misterioso y sombrío, y aunque no lo pareciera, él gustaba de esas dos cualidades.

—Kōga: ¿Qué habrá sido esto?—Encendió un poco de su cosmos en su mano, para iluminar su camino, veía escombros de columnas, y el piso roto en ciertas partes.

Uso su cosmos para mover los escombros, de un segundo a otro ya tenía el camino libre para seguir curioseando.

—Kōga: —Vio algo brillante en el suelo—¿Una pluma?—Se agachó a recogerla—¿Una pluma de Fénix?—Frunció el ceño, ¿Cómo llegaría una pluma de la cloth del fénix a Asgard?

Dudo de si debía guardarla o dejarla ahí, hasta que un ardor proveniente de su mano lo hizo soltarla.

Miro su mano, tenía una quemadura fatal en los dedos, aunque su capacidad de curación era muy buena, eso iba a tardar mucho.

La pluma cayó al suelo, con un ligero sonido, de esos que martillan los oídos, como un tenedor rayando un plato, cosa que hizo que Kōga se tapara los oídos, esa estúpida pieza de metal hacía un ruido espantoso.

Kōga desató las vendas de su antebrazo para cubrir su mano afectada, a menos hasta que la curación hiciera efecto.

—Kōga—Le llamó una voz femenina, él se dio la vuelta, era su vieja amiga.

—Kōga: Pandora, ¿Qué te trae por aquí?—Apretó las vendas de su brazo.

—Pandora: ¿Esa es forma de hablarme, Kōga?

—Kōga: Viendo que me quemaste la mano, definitivamente es forma de hablarte—Sacudió su mano herida.

—Pandora: Esa herida no te la hice yo, tú no tuviste prudencia—Señaló con poca simpatía.

—Kōga: Tú crees que yo nací ayer—Afirmó apoyándose contra los restos de un muro.

—Pandora: Yo llevo siglos viviendo, así que a mí forma de verlo, sí.

—Kōga: Qué lindo consuelo—Dijo con desdén.

—Pandora: Kōga, esa no es forma de hablarme, soy tu amiga.

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora