Capítulo #28

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Heros entró a la casa, reviso la cuna y el cuarto de Amour, todo se hallaba en orden y eso le dio bastante tranquilidad. Pero no sé iba a distraer, iba a hablar con Kōga sobre todo ese asunto.

—Heros: Kōga, ven para acá en este mismo instante—Cuando el chico apareció, le indicó que tomara asiento en el sofá—¿De dónde conoces a esos chicos?

—Kōga: Creo que son amigos de Edén, pero los conocí hace unos meses, ellos intentaron cruzar el jardín de rosas demoniacas—Se agarraba las manos de forma compulsiva, sentía nervios por el tono de voz de su tío.

—Heros: ¿Acaso no te dije que no podías hablar con nadie que viviera en este Santuario?—Kōga asintió sin verle a la cara—Ellos causaron que los espectros nos descubrieran, por lo que debemos irnos de Grecia lo más pronto posible.

—Kōga: ¡Pero no quiero irme!—Se asustó por el cambio en la expresión de Heros, se notaba más molesto—M-me gusta vivir aquí, ¡No quiero seguir huyendo de los espectros!

—Heros: Tenemos qué, ¡Y sabes bien lo que pueden causar! Son un peligro, piensa en el bienestar de Amour y Raion, ellos no son caballeros y podrían acabar muertos en cualquier momento—Lo tomó de los hombros—Lamento no poder darte una vida normal, pero no eres un adolescente común, ni siquiera eres un caballero como los otros.

—Kōga: ¿No hay otra opción?—Heros negó con la cabeza—¿Y a dónde iremos, tío Heros?

—Heros: La opción más segura es ir a Asgard, viviremos con tu prima Natalia. Y estaré más cerca en caso de emergencias—Abrazó a Kōga—Si yo llego a morir, lleva a tus primos con tu tío Ellen, él es uno de los pocos hermanos de tu madre que sigue con vida ¿Okey?—Kōga asintió—De verdad lamento no poder darte una vida humana normal, sé que esto no es lo que tu madre quería.

—Kōga: No es tu culpa, tío—Sonrió levemente—Aun así, te tengo una pregunta, ¿Podría despedirme de mis amigos aunque sea?

—Heros: —Suspiro, de verdad no le agradaba la idea—Puedes ir con Diable mañana a despedirte, pero tienes que volver a casa antes del anochecer, ¿Te quedó claro?

—Kōga: ¡Un millón de gracias!—Sonrió de oreja a oreja, estaba tan feliz que no lo podía contener.

—Heros: De nada, Kōga—Peinó con su mano el cabello del chico—Ahora ponte tu pijama y empieza a empacar, nos vamos en unos días.

—Kōga: Sí, tío Heros.

***


Por los disturbios de los espectros, Seiya llevo a casa a Yūna, en la mañana la llevaría al colegio. Haruto tomó su propio camino después de un rato.

—Seiya: Shaina, traje a una loquita de visita—Sabía que estaba ahí, pero no lograba verla—¿Estás ahí?

—Yūna: Mamá—Entró a uno de los cuartos mientras que su padre se quitaba su cloth—Mamá, ¿Qué traes en las manos?—Se sentó en la cama, al lado de la de cabello verde.

—Shaina: Hace una semana alguien me trajo algo muy importante—Cargó el misterioso objeto—Una pequeña bebé.

—Yūna: ¡Qué niña tan adorable!—Cargó a la bebé—¿Cómo se llama? Se ve tan linda.

—Shaina: Quien me la trajo me dijo que su nombre era “Seira”, y parece que le agradas.

—Yūna: ¡Papá! Ven a ver—La bebé se le hacía parecida a su padre, tal vez por su tono de piel.

—Seiya: ¿Qué quieres que vea, hija?—Abrió los como platos al ver a la bebé —¿De dónde la sacaron? ¿La compraron o algo?

—Shaina: Un “amiguito” tuyo la trajo, me dijo que la cuidáramos mientras investigaba sobre el paradero de sus padres—Invitó a su marido a sentarse con ellas—Me dijo que te avisaría, ¿No lo hizo?

—Seiya: Evidentemente no—Miro a la niña, desprendía un aura de ternura que no se podía ignorar—¿Cómo se llama?

—Shaina: Me dijeron que se llama Seira, es de una tierra algo lejana, de ahí su tono de piel—Era tan adorable que hasta podía ablandar el corazón de la cobra dorada.

—Seiya: ¿“Seira”?—Yūna se la paso para qué la cargará—Algo me dice que en el futuro podrás ser una caballera fuerte y decidida—La menor aplaudió a pesar de no entender.

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora