Capítulo #18

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Los tres volvieron sin el efecto de las rosas gracias a Kōga, aunque Haruto no pensaba en entrenar, fue directamente a buscar a Yuna ¡Era urgente que hablarán! Y no le importaba interrumpir lo qué sea que ella estuviera haciendo.

—Haruto: ¡Yūna!—Se aproximó corriendo, casi atropeyando a Yuna al momento de frenarse—¡Yūna Kido, debes ver esto!—Sacó con frenesí el libro de su bolso.

—Yūna: ¿Ver que cosa, Haruto?—Él se la llevó de la mano a un lugar más privado, cualquier cosa que le dijera era únicamente asunto de Yuna.

Se detuvieron en un terreno con flores, parecía algún jardín, sumamente hermoso y perfecto para sentarse a hablar, porque, a pesar de la insistencia de Atena por hacer el santuario un lugar más amigable, sus santos poco visitaban esos lugares de descanso que había creado.

—Haruto: Yūna, tengo que mostrarte algo—Se sentó en una roca, para poder apoyar el libro sobre sus muslos—Por favor toma asiento, esto no será algo corto—Indicó.

—Yūna: ¿Qué quieres mostrarme?—Tomó asiento con expresión de confusión—¿Y ese libro?

—Haruto: Lo he conseguido hoy, quiero que veas las fotos—Abrió el libro, leyendo la dedicatoria que se hallaba en la primer página—"Para mis dos rayos de sol. Los quiero mucho. ATTE: Mamá"—Pasó la página para apreciar las fotos.

—Yūna: ¿De qué hablas, Haruto? ¿Por qué ese libro es algo especial?—Se acercó mas a su amigo, para ver si podía mirar las fotos—¿De dónde lo haz sacado?

—Haruto: De la casa de un chico—Pusó el libro sobre las piernas de Yūna—Mira ¿Esa bebé de las fotos no se te hace familiar? ¿Nada se te hace familiar?—Le preguntó mientras ella contemplaba en silencio esas fotos.

—Yūna: Algo así... se me hace familiar, como si ya lo hubiera visto antes—Se quedó callada analizando las fotos detalle a detalle.

—Haruto: ¿Qué te parece familiar en específico?

—Yūna: Está bebé—Puso su dedo índice sobre una de las fotos—Me recuerda a las fotos que mamá tiene de mi cuando era bebé, aunque no me veo tan pequeña como esta bebé en las fotos que tiene mi mamá.

—Haruto: Aquí dice que la bebé tiene tu mismo nombre, porque el otro bebé es un niño, es Kōga—En la siguiente página salían fotos de una mujer cargando a los bebés—Debe ser la madre.

—Yūna: Está mujer... La he visto en algún sitio—Tragó en seco—... o tal vez estoy confundida—Negó, no podría ser posible.

—Haruto: ¿En cuál sitio?—Trató de tomar el libro, a lo mejor la habrían visto en alguna misión, o tal vez en Rodorio o Atenas—Yūna, prestame el libro—Pidió, pero Yuna no soltaba los bordes del libro, con manos temblorosas se aferraba al libro. 

—Yūna: En mis pesadillas veo una mujer igual a ella—Titubeó—A-unque... Se ve  algo di-distinta en mis pesadillas—Cerró con nervios el libro de forma abrupta. 

—Haruto: ¿Distinta?.. ¿Distinta en que manera?—Tomó el libro, abriendolo en la página en la que Yuna habia quedado—¿Ella te hace algo en tu pesadilla?—Dejó el libro apoyado en una roca—Sabes que puedes confiar en mi, ¿Verdad?

—Yūna: —Hiperventilando agarró la mano de Haruto, que le pedía respirar de forma mas lenta y pausada—E-en el sueño estoy en una casa—Aumentó la fuerza con la que agarraba la mano de Haruto—N-no he estado nunca en una casa como la del sueño. 

—Haruto: Entiendo, tómate tu tiempo—Le sobó la espalda—A veces soñamos con lugares que no hemos visitado, o tal vez modificamos lugares que ya conocemos en sueños—Le brindó una sonrisa amable, queriendo brincarle a Yuna un espacio seguro para que ella se sintiera mejor.

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora