Capítulo #52

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Haruto saco provecho de los ratos libres que Palaestra dio a los alumnos para prepararse para el torneo Galáctico y viajo a occidente, decidido a hablar las cosas con su pareja.

Se guio de la ruta que Yūna y él usaron la vez que fueron, aunque al no poder pedir indicaciones a nadie esto era como encontrar una aguja en un pajar.

A Haruto no le dejaba de sorprender la manera en que su novio vivía, un sitio tan diferente a la acrópolis de Atena.

¡Esto se estaba haciendo una misión imposible! La cantidad de personas que había en las calles, y aún peor la cantidad de estudiantes que a esa hora estaban saliendo del colegio, lo estaban mareando.

Para cuándo él pensó que esto había sido un esfuerzo inútil, escucho una risa que le resultó familiar.

Doblando en una esquina se topó con la entrada de un colegio, no era muy grande y la fachada lucía antigua, descuidada. Era el final de la jornada escolar, eso se podía intuir por la cantidad de jóvenes que caminaban por las aceras.

Haruto caminaba por los alrededores de ese colegio. No estaba acostumbrado a la cacofonía de risas y charlas de adolescentes despreocupados. Cada paso que daba resonaba con un eco de soledad entre la multitud, un recordatorio de su vida dedicada al combate y la disciplina.

Los estudiantes pasaban a su lado, inmersos en sus propios mundos, tan diferentes del suyo. Haruto se sentía como un intruso en este santuario de normalidad, donde las preocupaciones giraban en torno a exámenes y amores juveniles, no a guerras celestiales.

Haruto se preguntaba como Edén podía soportar esta vida cotidiana, tan ajena al llamado del cosmos y al deber sagrado de un caballero.

Los uniformes de colores le confundían, pero basándose en la apariencia de la gente que había visto hasta el momento, logro deducir que Edén era uno de los que llevaba esas extrañas camisas color celeste.

Un grupito de chicos logro llamar la atención del santo del lobo, reían de forma estruendosa al rededor de un árbol, inclusive varios se habían subido a las ramas del árbol para agarrar frutas.

—¡No es justo que te subas ahí y no me compartas ni uno!—Se afincó en el tronco para tratar de subirse—¡Bruja!

—Haruto: ¡Edén!—No le entendió ni un poco, pero esa era la voz de su pareja.

—Edén: ¡Lucy!—Haruto volteó topándose con la sorpresa de que su novio lucía un cabello castaño, muy distante al turquesa que siempre le había visto—¡Vas a ver, bruja!—Amenazó mientras entre risas subía al árbol.

El santo de lobo no presto mucha atención al juego infantil que estaban jugando, lo que sea que estuvieran haciendo paso a un segundo plano.

Haruto se quedó paralizado, observando desde la distancia. La escena ante sus ojos era un contraste chocante con los recuerdos que tenía de Edén, su novio y compañero de armas, siempre serio y distante en Palaestra. Ahora, riendo abiertamente, Edén parecía otro ser, completamente diferente.

La risa y las bromas de los jóvenes resonaban en el aire, pero para Haruto, esos sonidos eran como dardos envenenados que perforaban su alma. ¿Cómo podía Edén, un guerrero nato, sumirse en la trivialidad de juegos infantiles? ¿Cómo podía disfrutar de una vida tan mundana cuando sus compañeros caballeros enfrentaban constantemente el peligro y la muerte?

Un tumulto de emociones se agitaba dentro de Haruto: ira, confusión, pero sobre todo, una sensación de traición. Edén había ocultado esta faceta de su personalidad, una que mostraba una capacidad para la alegría y la camaradería que Haruto nunca había considerado posible en el mundo al que ambos pertenecían.

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⏰ Última actualización: Jul 24 ⏰

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