Capítulo #7

48 0 0
                                    

—Haruto: Qué gusto verla de nuevo, Señora Shaina.

Edén reconoció a la santa dorada de ofiuco de inmediato, queriendo evitarse problemas y discusiones, empezó a caminar lejos del grupo, aunque no paso desapercibido por Haruto que lo tomo de la mano para que estuviera a su lado, arruinando los planes del santo de Orión.

—Haruto: Edén, ella es la mamá de Yūna, ella es el santo de Ofiuco.

—Edén: Ya veo—Apretó su puño con nervios.

—Yūna: ¡Oye, Edén! ¡Ven con nosotros!

—Edén: ¿Ir? ¿A dónde?

—Souma: A casa de Yūna. Vamos siempre después de los entrenamientos.

—Edén: Es que tengo que volver con mi padre, se preocupará por mí si llego tarde—Soltó la mano de Haruto y se alejó un par de pasos.

—Shaina: Dudo que le moleste que te quedes un rato.

El rostro de Edén tenía un intento de sonrisa, una mueca con la que trataba de ocultar su molestia, no consiguió una excusa para salir de esa situación fácilmente, por lo que se vio obligado a acceder por obra y magia de la puta presión social.

—Haru: ¿Y quién fue tu maestro, Edén?—La pregunta devolvió a Edén a la realidad, estuvo todo el camino pensando y apenas se dio cuenta de que ya estaba dentro del templo de Ofiuco.

—Edén: Tuve muchos maestros, incluso después de obtener mi armadura—Su desconfianza no le permitía estar tranquilo, ni siquiera se fiaba de la comida que los demás comían con tanta calma.

—Ryuho: ¿Hace cuánto eres un caballero?

—Edén: Creo que desde que tengo memoria.

—Haru: ¿Desde hace cuánto entrenas?

—Edén: Casi nunca pienso en eso—Buscó en su memoria la respuesta, su recuerdo más antiguo sobre el tema era algo borroso—Creo que desde los tres años, no estoy seguro. 

—Haruto: El cosmos usualmente se despierta a una edad más tardía, entre los cuatro y los ocho, es curioso que un niño de esa edad ya estuviera entrenado.

—Edén: A-a lo mejor me confundí—Quiso salirse del tema lo antes posible, entendía la curiosidad de ser la persona nueva en un grupo, pero esa especie de interrogatorio no le gustaba nada—¿Y qué les parece Palaestra? ¿Les agrada?

—Ryuho: Es mejor de lo que pensaba, aunque compartir cuarto no me agrada del todo.

—Yuki: ¡Ni creas que compartir cuarto contigo es fácil!

—Edén: Debe ser molesto no tener privacidad.

—Yūna: Depende de con quién compartas el cuarto, por lo menos mi compañera de cuarto es agradable.

—Edén: Cierto que en Palaestra hay división por género; no me acordaba.

—Yuki: ¿Tienes amnesia? ¿O acaso sufriste dañado cerebral?—Le comentó al oído, sabía que se estaba haciendo el tonto.

—Edén: ¡No empeces vos también!—Lo espantó sacudiendo la mano.

—Souma: Olvidaba que Yuki y tú son ex’s, ¿Cómo era estar con Yuki?

—Edén: Todo bien, pero rompimos porque éramos demasiado opuestos.

—Yuki: Ahora somos amigos.

—Yūna: Si Haru y yo terminásemos, no creo que seríamos capaces de llevar una amistad tal y como ustedes.

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora