Capítulo #37

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La armadura del fénix ya estaba lista, pero el santo de Aries no podía entregársela en persona al santo de bronce, por lo que le pidió al santo de libra que se la llevara.

Estaba gustoso de ver a su amigo después de tanto tiempo; era un guerrero algo arisco y, en la última ocasión que lo vio, estaba bastante decaído.

No tardó en llegar a la casa de su amigo, dónde Mii lo llevó a la sala de estar y le pidió esperar mientras ella buscaba al dueño de la casa.

—Mii: El señor Ellen viene en un momento, señor Tamayo—Informó ella al bajar las escaleras—¿Cómo ha estado?

—Shiryu: Mii, tú me conoces desde hace mucho tiempo, me puedes llamar por mi nombre—Dijo amablemente, por lo que ambos estrecharon sus manos—Estoy bien, es muy bueno volver a verte.

—Mii: Lo mismo digo—Sonrió ella, pero justo después serían interrumpidos.

—Ellen: Shiryu—Rompiendo el silencio, el santo bajó con lentitud las escaleras. No estaba mal vestido ni desaliñado, pero algo parecía estar mal en él—¿Qué haces aquí?—La voz que preguntaba era seca y robótica—No me avisaste que vendrías.

—Shiryu: Syun me pidió que te entregara tu armadura de fénix—Sacó de su bolsillo la gema que guardaba la coraza del ave inmortal, viendo por fin el brillo de sus ojos retornar a la vida—Y me pareció bien venir a ver cómo estaban tú y los niños.

—Ellen: Ya veo—Tras la última frase el semblante cambió, la frase de Shiryu lo había golpeado directamente en el corazón—Mii, ¿Puedes pedirle a Edén que baje a ver a su tío?—La rubia asintió y subió a buscar al joven.

—Shiryu: ¿Todo bien, Ellen?—El cambio de humor no pasó desapercibido.

—Ellen: No—Se sentó en la mesa del comedor—Siento que esta ha sido la peor caída, no me podré levantar.

—Shiryu: ¿Qué ha sucedido?—Se detuvo a mirar el entorno, todos los juguetes y cosas de las niñas no estaban a la vista—¿Y las cosas las niñas?

—Ellen: Decidimos guardarlas por el momento.

—Shiryu: Pero María aún tiene tres, no creo que las cosas hayan quedado obsoletas tan rápido, además de que-

—Ellen: Ya no están, Shiryu—Lo cortó a media frase, no sabía si su corazón era capaz de soportar—Sepultamos a María hace algunas semanas—Desvió la mirada aguantando las lágrimas.

—Shiryu: ¿Pero como paso?—

—Ellen: ¿Me harás hablar de esto ahora?—Le dolía cada vez más contener su llanto—No creo siquiera tener la fuerza de voluntad para recordarlo.

—Shiryu: ¿Y la otra bebé?

—Ellen: No he hallado nada, tal vez… Sufrió el mismo destino—Se tapó la boca—Supongo que fue algo egoísta de mi parte, querer tener hijos, debí conformarme—Sonrió, le daba lástima lo estúpido que había sido al pensar que su vida sería color de rosa.

—Shiryu: No es cierto—Abrazó a su amigo—Estoy seguro de que no ha sido culpa tuya.

—Ellen: Las leyes son claras, y yo las desobedecí pensando que sería diferente, que yo sería la excepción—Se quedó callado tratando de ordenar sus ideas—Pero me estrelle con la realidad más temprano de lo que podría suponer.

—Shiryu: No digas eso.

—Ellen: ¿Cómo no decirlo?—Empezó a llorar débilmente—Sé quién lo causó, y no puedo hacer nada para cambiarlo. No puedo ni siquiera pedirle una maldita explicación—Apoyó la frente en el hombro de Shiryu—Cada vez, se me hace más difícil ser su amigo, ya no puedo.

—Shiryu: Sabes de su situación.

—Ellen: ¿Eso acaso lo justifica?—Encaró y rompió el abrazo—Me arrebato a mis hijas, ¡Por poco mata a mi esposa y mi hijo! ¡Tengo un maldito límite y él lo paso hace mucho!—Esa respuesta lo había indignado—Entiendo todo lo que él sufre, pero cuando Saga hizo actos malos nadie lo disculpo.

—Shiryu: La esquizofrenia no es lo mismo que un parásito—Murmuró para no causar una pelea, Ellen estaba en una muy mala situación como para hacerle eso.

—Ellen: Edén no se encuentra mejor que yo—Se abrazó a sí mismo—A todos nos está costando adaptarnos a qué… Ya no estén.

—Shiryu: Debe estar destrozado—Fénix asintió.

—Ellen: Está molesto—Tomo algo de la mesa del café—Ayer estrelló del enojo su colgante contra el suelo—Se lo entrego a Shiryu—Creo que es mejor que lo tengas tú, en lo que nos acostumbramos—Agachó la cabeza.

—Shiryu: —Abrió el collar, miró la foto con nostalgia, estaba decepcionado con el hombre en la imagen—¿Seguro?

—Ellen: No sé a quién más pedírselo.

—Shiryu: Lo cuidaré, descuida—Lo guardo en su pantalón—Ven—Se levantó del sofá.

—Ellen: Eh—Levantó la cabeza, desconcertado—¿A dónde?

—Shiryu: He oído que cuando la gente pasa por algo tan complicado, lo peor que se puede hacer es dejarlos solos—Indeciso el santo término tomando la mano de Shiryu.

—Mii: Aquí está Edén—Al chico se le notaba de manera visual el impacto, su ropa era totalmente diferente, y se le había pasado volver a teñirse el cabello de turquesa.

—Shiryu: Hola Edén—Se acercó a estrechar su mano—Tu padre me contó que ha pasado, como lo lamento.

—Edén: No lamentes algo que no hubieras podido evitar—Se escondió tras su cabello.

—Shiryu: Veo que te has dejado el cabello con tu color natural—Cambió el tema al oír el tono de Orión—Te queda mejor el castaño.

—Edén: Gracias—Dijo de forma seca, su cabello natural era la cosa que menos le gustaba, lo hacía parecerse a una horrible persona—Supongo que mientras esté fuera del santuario, me lo podría dejar así. Nadie podría decirme estupideces si no lo conocen.

—Shiryu: ¿De qué hablas?

—Ellen: En el santuario tu sobrino no es muy bien recibido—Explicó—Por eso lo retiramos de Palaestra.

—Shiryu: Ryuho me ha dicho que era el mejor de su clase ¿Qué razones tienen para rechazarte?

—Edén: Los adultos saben quién es mi ‘padre’—Dijo con comillas en el aire, claramente buscaba ser despectivo—Y los más jóvenes imitan su comportamiento.

—Shiryu: ¿Y cómo se enteraron los adultos?—Mii y Ellen se encogieron de hombros, ni ellos sabían.

—Edén: Me hablan como si yo no supiera todo lo relacionado, como si no me sintiera avergonzado ya—Suspiró agotado—Supongo que “el santo fruto del pecado” no merece respeto de sus iguales—Volvió a subir las escaleras antes de que su tío le dijera algo más.

Continuará...

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora