Capítulo #48

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Shiryu empezó a tomar la costumbre de ir a casa de Ellen cada cierto tiempo, quería saber cómo iba su amigo procesando el luto.

El día de hoy no era diferente, le había comprado unos taiyakis de chocolate, tal vez una golosina le iba a subir el ánimo.

Fue recibido por Mii, y la rubia le dejo pasar, ya que se había hecho costumbre que hablara con su jefe.

El santo de dragón se dirigió a la cocina de la mansión, porque los ruidos del lugar le habían llamado la atención, grande fue su sorpresa al ver a la mayor de los Kido ahí.


—Shiryu: Mucho tiempo sin verte, Marín—Dejo la comida sobre el mesón, ella estaba de espaldas a él lavando unos platos.

—Marín: Ellen está en el trabajo, y Edén salió—Respondió con esa voz tan firme como el acero que siempre había tenido, pero se podía apreciar un matiz de cansancio en su voz.

—Shiryu: Ya veo—Guardó en el refrigerador los dulces que había comprado—Quería hablar con él.

—Marín: Como para que vengas a América, debe ser algo urgente—Se sirvió una taza de café—Pero, puedes apreciar que no tienes nada que hacer aquí, vuelve a tu casa.

—Shiryu: Puedo esperar a Ellen, tengo tiempo antes de tener que volver al santuario.

—Marín: Mm, qué bueno, diviértete—Dijo indiferente—Que milagro que te dejen descansar de tu infierno personal—Se encaminó hasta el comedor.

—Shiryu: Es curioso—apoyado casualmente contra el mostrador, miraba a Marín con una sonrisa burlona.  Su voz cargada de sarcasmo —Como hablas del Santuario como si nunca hubieras sido parte de él. Como si el título de Santo de Águila fuera algo que se pudiera simplemente olvidar.

—Marín: Por desgracia, no los he olvidado—Con su postura erguida y su expresión inmutable, le devolvió la mirada—No busco vivir en el pasado, ya no soy parte de eso, por culpa de esa maldición que él nos puso.

—Shiryu: ¿Solo la maldición?—Inclinó la cabeza desafiante—Porque desde mi punto de vista, suena más como resentimiento, eso me parece una maldición autoimpuesta.

—Marín: Si, la maldición—Replicó firme—Mis días de caballero, jamás regresarán, ¿Por qué estar resentida por eso?—El dragón giro los ojos con brusquedad—Ya pasaron catorce años.

—Shiryu: Catorce años, su error ya tiene catorce años—Marín hizo acopió de sus fuerzas para no romper la taza que tenía en sus manos—Y en un mes cumple 15, enhorabuena.

—Marín: ¿Y tú qué sabes de mi vida? Después de todo, tú jamás me consideraste tu hermana—sus ojos chispeando con una mezcla de ira y dolor—Ni siquiera te consideras un Kido.

—Shiryu: Tú y yo jamás fuimos cercanos.

—Marín: ¿Y crees que después de llamarle error a mi hijo lo seremos?—Dijo imitando la actitud sarcástica que Shiryu tenía al principio—Creo que has recibido muchos golpes en la cabeza.

—Shiryu: Te equivocas, no digo que Edén sea un error.

—Marín: ¿Tú piensas antes de hablar? Porque eso fue lo que dijiste—Puso sobre la mesa su taza—Aparte de ciego, sordo.

—Shiryu: Tus murallas de amargura no funcionan conmigo.

—Marín: No es amargura, solo pongo límites.

—Shiryu: Los santos tienen deberes, responsabilidades que van más allá de lo personal—Explicó—Traer a Edén a este mundo bajo esas circunstancias… fue un acto irresponsable.

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora