Capítulo #31

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—Kōga: Un gusto conocerla, señorita Seika—Se mostró algo incómodo cuando la señora le estrechó la muñeca.

—Seika: Te ves adorable-Apretó las mejillas de Kōga y las estiró un poco—Te pareces bastante a Yūna, ella me comentó que son primitos.

—Kōga: ¿En serio?

—Yūna: Es que es mi tía favorita, nos contamos todo—Sonrió—Hablando de eso-Sacó la foto de la funda de su teléfono—Te quería comentar sobre algo que encontré en tu casa.

—Kōga: ¿Qué encontraste en mi casa?—Estaba confundido.

—Yūna: —Suspiro, no sabía cómo decirle eso—Cuando Haruto fue a tu casa encontró una foto… De mí—Titubeó.

—Kōga: ¿De ti? Eso es imposible—Tenía un gesto más calmado, era obvio que era una broma para él.

—Yūna: Estoy segura de que esa bebé soy yo—Sacó de su bolsillo una foto que le habían tomado sus padres—¿Lo ves?—le entregó el par de imágenes al chico.

—Seika: Al parecer ambos se conocían desde que son bebés—Afirmó con una sonrisa.

—Kōga: Eso es imposible, Yūna-Negó con la cabeza—Debe ser la hija de mi tía.

—Yūna: ¿De tu tía?

—Kōga: Pues mi tío Ellen dijo que cuando aún no estaba casado con mi tía, ella ya tenía dos hijos; Edén y una niña rubia—Explico—De seguro es que son parecidas.

—Yūna: ¿Estás seguro?

—Kōga: Muy seguro, porque ese álbum es de mi mamá y estoy seguro de que no tiene otra hija—Afirmó.

—Yūna: ¿Y Edén tiene hermana?

—Kōga: Tenía—Enfatizó, a lo que Yūna y Seika lo miraron fijamente—La niña desapareció hace tiempo, parece que alguien se la llevó.

—Yūna: ¿Y por qué se parece tanto a mí esa niña?—Analizó la expresión de Kōga.

—Seika: Eso es normal—Sobó el cabello de Yūna para calmarla—Yo me parezco mucho a la otra hermana de tu papá.

—Kōga: También se parece a mi mamá.

—Yūna: Sí, tú me mostraste la foto.

—Kōga: Hay muchas personas con semblantes similares, por lo que no es de sospechar que te puedas parecer a la de la foto—Calmó a Yūna—De hecho su mamá es idéntica a tu tía, ¡Qué curioso!

—Yūna: Pues es bastante curioso—Guardó las fotos, se iba a olvidar de ese tema.

—Seika: Vayan a la sala, en un rato les llevaré algo que merendar—Le dio unos leves empujoncitos en la espalda a Yūna para qué acatará la orden.

Y así lo hicieron, volvieron con todos los demás, estaban jugando un juego de mesa.

—Haruto: ¡Ya volvieron!

—Soūma: ¡Aleluya!—Aplaudió.

—Kōga: Solo estuvimos hablando con la tía de Yūna—Se sentó al lado de Soūma—¿Qué están jugando?

—Haruto: —Reviso la caja donde venía el juego—No entiendo el nombre, pero según Soūma gana el que se muera primero—Dejo la caja en el suelo.

—Yūna: ¿Y quién va ganando?

—Haru: Yo—Alzó la mano—Y no estoy seguro de querer seguir jugando este juego.

—Soūma: Al menos agradece que no es en la vida real—Agarró una carta de la mesa.

—Kenyo: Pero ser caballero no es tan bonito que digamos, creo que prefería tener las enfermedades de este juego—Se carcajeó.

—Ryuho: ¿Tú por qué decidiste ser caballero, Kenyo?—Cuestionó, la verdad es que ese joven no era del todo apasionado a su puesto como santo.

—Kenyo: No tome esa decisión—Movió su ficha en el juego—Me llevaron como a los niños antes del mandato de la señorita Atena, me intercambiaron por cosas materiales que el santuario podía ofrecer—Miro totalmente serio a sus amigos—¿Y ustedes? ¿Por qué decidieron ser caballeros?

—Ryuho: Y-yo, quería ser como mi padre—Entristeció por la historia que Kenyo había contado, aunque no parecía afectarle mucho al joven—Aún quiero ser tan fuerte y valiente como él.

—Soūma: Lo mismo digo—Afirmó con mucha seguridad—Aunque ya no esté conmigo, ¡Quiero ser como él! Era un gran caballero.

—Haru: Pues mi madre me entrenó—A Souma le pareció curioso, la mamá de Haru se veía inofensiva—Aunque mi papá era un caballero muy poderoso, la verdad es que jamás pude ver en persona el alcance de su poder.

—Haruto: Yo quise ser un caballero por mi hermano, cuando él vivía me mostró que había otras formas, además de ser un ninja.

—Soūma: ¡Lo que no tienes de ninja lo tienes de chismoso!—Le aventó un cojín a la cara a Haruto.

—Kōga: Yūna, ¿Y tú por qué quieres ser caballero?

—Yūna: Me gustaría ser una persona como mi padre, siempre persevera y jamás se rinde. Quiero que mis padres se sientan orgullosos.

—Kenyo: La única aquí con sus dos papás—Bromeó, Haru le dio un almohadazo por tener la sutileza de una bomba—¡Pero tengo razón!

—Haru: ¡Eso no implica!—Regañó.

—Soūma: Además, Ryuho también tiene a sus padres completos—Ni siquiera interrumpió la guerra de cojines que tenían los otros dos—¿Verdad, dragoncio?

—Ryuho: Sí.

—Yūna: Y tú no has respondido, Kōga.

—Kōga: Pues me entrenaron con la idea de que no importaba si tenía una cloth o no, yo debía ser fuerte para protegerme a mí mismo y a los demás—Sostuvo su collar—Mi mamá era fuerte, y siempre protegía al vulnerable con tanta pasión y determinación. Proteger a los más débiles, como mi hermano menor, es mi motivación para ser un santo de Atena.

—Yūna: ¡Así se habla!—Abrazó a su amigo—¡Te prometo que un día de estos entrenaremos juntos! Y te mostraré todo lo que sé.

—Kōga: Yo podría mostrarte algunas cosas que mi mamá me enseñó a hacer—La abrazó de regreso—Pero será en otra ocasión.

—Yūna: Muy bien.

Continuará...

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora