Capítulo #43

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Saya estaba en su oficina revisando las inscripciones de los nuevos estudiantes, comprobando los papeles porque, al final de cuentas, Palestra seguía siendo un colegio.

Se vio interrumpida por un golpeteo insistente en su puerta, por lo que guardo los papeles antes de dejar pasar al metiche que se atrevió a perturbar su paz.

—Rin: ¿Estás ocupada, Saya?—Saludó.

—Saya: Sí, lo estaba—Se estaba preguntando cómo su esposo lo había dejado pasar—¿Qué necesitas de mí?

—Rin: En realidad lo necesita Saori-Se acercó al escritorio, para horror de la de orbes verdes.

—Saya: ¿Y qué necesita Atena de esta institución?

—Rin: Para cumplir con su deber, para con ella—Respondió altanero.

—Saya: ¿Se me permite preguntar cuáles son las misiones?

—Rin: Una expedición a Creta, para averiguar sobre cuáles son las fuerzas de Palas—Frunció el ceño a mencionar a Palas—Y una búsqueda de polvo estelar a Jamir.

—Saya: Polvo estelar—Repitió aburrida, y con cierta burla—¿Se puede saber por qué después de quince años se acordaron de que Palas existía?

—Rin: No puedo decírtelo—Se cruzó de brazos, la curiosidad de esa mujer nunca le había caído bien—Es una información clasificada. Solo puedo decirle que es vital para la defensa de Atenea y el mundo.

—Saya: ¿Y por qué necesitas a mis alumnos?—Cuestionó—¿No puedes ir tú solo o con otros caballeros de oro?

—Rin: Porque los caballeros de oro están ocupados con otras misiones.

—Saya: Ajá, ¿Y los demás?

—Rin: No creas que estamos en el santuario solo viéndonos la cara, Saya—Respondió—Y porque los aspirantes a caballeros tienen un potencial que quiero aprovechar.

—Saya: ¿Qué potencial? ¿El de ser carne de cañón para tus planes?

—Rin: No, el de ser héroes para el futuro. Los aspirantes a caballeros tienen un cosmos puro y fuerte, que puede despertar el séptimo sentido y superar cualquier obstáculo.

—Saya: A diferencia de tu generación de caballeros, estos tienen un ritmo diferente de aprendizaje—Rin puso los ojos en blanco—Las cosas ya no son como cuando ustedes eran niñitos, no pueden darse el lujo de aprender las cosas en medio de las batallas y esperar a que funcionen.

—Rin: ¿Y por qué no?—Arqueó la cejas—Si no pueden aprender en situaciones así, ¿Cómo van a luchar en una guerra santa contra Palas?

—Saya: ¿Luchar contra los dioses?—Se puso pálida ante eso—¿Estás loco, Rin?—Exclamó rechinando los dientes—¿Acaso quieres provocar una guerra santa?

—Rin: No, quiero evitarla—Exclamó— Por eso necesito que me cedas a esos santos.

—Saya: No te creo—Se plantó frente a Rin, sin importarle la diferencia de altura o el cosmos del pelinegro—Eres un caballero arrogante y ambicioso, que solo busca su propio beneficio.

—Rin: ¿Qué beneficio sacaría yo de esto?—Respondió tosco.

—Saya: No te dejaré llevar a mis alumnos a una trampa mortal—Miro de arriba a abajo al caballero, no se le hacía tan intimidante como a los demás.

—Rin: No es una trampa, es una oportunidad.

—Saya: ¿Oportunidad para qué?-Empujó a Rin.

—Rin: Una oportunidad para que tus alumnos demuestren su valor y su lealtad a Atenea. Una oportunidad para que aprendan.

Saint Seiya: El Sacrificio de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora