Me encontraba en la sala junto con Isabel y Salvatore, ellos hablaban animadamente mientras yo les servía té. A decir verdad Salvatore tenía una debilidad por su madre y dejaba a un lado su máscara para estar con ella, aunque aún seguía siendo un frío y un canalla.
Isabel termina su té preferido y noto mientras como Salvatore lo pasa con dificultad, como si de piedras filosas se tratará.
-Me siento un poco cansada, iré a descansar. -avisa Isabel.
-Que descanse, madre.
-Adiós. -se despide.
-Adiós. -contestamos al unísono.
Apenas su madre abandona la sala Salvatore aleja el té de él haciendo muecas de desagrado.
-Que mierda tan horrible. -se queja.
Trato de no reírme con todas mis fuerzas pero la risa se me escapa ante la situación, ganandome así una mala mirada del pelinegro.
-Para que siga de risueña prepáreme un café. -ordena.
Mi risa para de golpe y le doy una mirada cargada de enojo.
-Ahora. -demanda.
Le ordeno a mis piernas moverse hacia la cocina y preparo la bebida que me pidió, al volver la recibe y toma de golpe, lo miro extrañada ante esto.
-¿Que? -pregunta con recelo.
-No me pidió probarla. -respondo extrañada pues siempre me pide hacerlo.
Asiente.
-Sería arriesgado que me envenene esta vez sabiendo que siempre la hago probarlo. -expone.
-Tal vez haya tentado a la suerte y sí lo hice.
-De ser así, ha sido muy suicida de su parte. -habla levantándose de la mesa.
-¿Que puedo decir? Soy bastante aventurada...
-Atrevida, diría yo. -me corta.
Ruedo los ojos.
-Creo que no quiere admitir que tuvo un descuido.
-Yo nunca tengo descuidos. -zanja.
Me acercó a él divertida, tentandolo.
-Pues conmigo los tuvo. -declaró.
-Mentirosa.
Sonrió altiva frente a él, levantando mi mirada a su cara.
-El gran Salvatore esta desconcentrado y ha bajado la guardia. -sigo fastidiandolo mientras me burlo.
Me dedica una dura mirada y en un rápido movimiento sujeta un puñado de mi cabello apretando con fuerza antes de llevarme hasta su cuerpo, provocando que mis senos choquen contra su pecho.
Su agarre me toma por sorpresa, nunca nadie me habia tomado así, no se como reaccionar, si zafarme o seguirle el juego, me decido por la segunda. Ensancho mi sonrisa victoriosa rosando mi nariz contra sus labios.
-¿Quien lo tiene asi? -cuestiono juguetona.
Ejerce más fuerza en su agarre y suelto un jadeo ante su brusquedad.
-¿Que insinúa, Victoria? -ruge molesto.
Rió y me pega más a él.
-Le he hecho una pregunta.
-No quiero responder. -me niego.
Sus labios se acercan a mi oído erizandome la piel por completo.
-Le ordeno que lo haga. -susurra demandante.
ESTÁS LEYENDO
LASCIVIA. (Pecados Infernales)
Romance¿Que pasa cuando tus ansías de libertad cuelgan de un hilo entre el amor y la justicia? Me criaron con ideales religiosos y sumisos, donde el rey era mi amo y el negro mi esclavo. Dos opuestos donde mi mente oscilaba para quedar limpia de mis actos...