CAPÍTULO 16

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Estoy con Juana afuera de mi antigua casa, tengo diez años y nos encontramos peleando, esquivo sus golpes, uno tras de otro, no me atrevo a atacar, no quiero lástimarla. Mi padre me mira expectante desde un lado del jardín.

Me concentro en esquivar sus golpes, ataca con fuerza y rapidez, llevamos minutos enteros en esto. Su piel morena brilla bajo el sol, sus brazos se mueven con agilidad sin cansarse, su ropa esta diseñada en el mismo material que la mía y el color es el mismo, rojo. Mi padre y el de ella suelen prepararnos para combate, dicen que tenemos que estar listas para defendernos de la guerra o de los hombres, nos han enseñado a manejar todo tipo de armas. Soy bastante buena, lo único que se me complica es el combate cuerpo a cuerpo, no porqué sea mala o lenta, sino porque sé me es difícil lastimar a alguien que quiero. No quiero dejar que gane pero tampoco tengo el valor de golpearla, es unos centímetros más alta pero eso no es un impedimento para mí, tengo varias oportunidades pero las desaprovechó todas.

-¡Alto! -exige mi padre.

Me giro a verlo pero tan pronto enfoco su rostro el puño de Juana impacta en mi rostro provocandome un sangrado inmediato por la nariz y el labio, caigo de espalda al suelo. El golpe me desconcerta por unos segundos pero cuando veo con más claridad visualizo a Juana frente a mí tapando los rayos de sol que golpean en mi cara, me ofrece su mano pero no la tomó y la miró mal antes de levantarme sola e ir por una toalla. Trato de pasarle por un lado a mi padre pero no me lo permite.

-¿Que fue eso, Victoria? -cuestiona.

-No puedo golpearla.-suelto de mala manera enojada conmigo misma.

Mi padre me observa con sus ojos tranquilos y se agacha hasta quedar a mi altura.

-Sí puedes. -asegura.

-No, soy una débil, a esto paso no podré defenderme ni de un bebé. -solté frustrada.

-No digas eso, Victoria -me regaña- piensas mucho en el daño que puedes causar y ¿el que te causan a ti, que? -señaló mi sangrado- Enfocate en eso, protegete, hazlo por ti misma.

Sus palabras retumban en mi cabeza tomando cada vez más fuerza, me cuesta aceptarlo pero mi padre tiene razón. Primero debo ser yo incluso si eso lastima a otra persona.

-Nunca pongas la integridad de alguien por encima de la tuya, eso te hace debil. Si algun día me necesitas aqui estaré, pequeña, pero no puedo defenderte de por vida. Tienes que aprender a hacerlo tú. -asegura mientras toma mi pequeño rostro y limpia la sangre con un pañuelo.

Asiento con mi cabeza.

-Está bien, padre. Lo haré, te lo prometo. -juro.

-Hazlo por ti, pequeña. -me dice mientras me mira con sus ojos cálidos, sus dedos acarician mi mejilla y no puedo evitar sonreír.

Ambos nos quedamos en silencio mientras él termina de limpiar el sangrado, veo como lo hace con tanta delicadeza y los ojos llenos de amor, ese acto me hace sentir amada e importante para él, desde la muerte de mamá le cuesta un poco mostrar afecto nuestra relación se debilito bastante pero dia a día se reconstruye, es difícil para él tener que criar a esta señorita y sé que le asusta no hacerlo bien.

LASCIVIA. (Pecados Infernales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora