Me despierto entre los brazos de Salvatore con su rostro a centímetros del mio, el pecho se me acelera de inmediato no puedo creer en que momento llegue hasta aquí, con el hombre odioso y frío que prometí odiar, la vida daba muchas vueltas y Salvatore era un trompo.
No es la primera vez que lo veo dormir pero si es la primera que no lo hago a escondidas ya todos saben de nuestra relación prohibida y eso me quita un peso de encima pero añade otro, me siento tranquila y libre pero al mismo tiempo acechada, con la mirada de todos en mi nuca esperando el error par destruirme, no se los daré. Marcos es un tema aparte, no sé ni como me ha dejado despertar esta mañana creí que a esta hora tendría una almohada sobre el rostro y el cuerpo helado.
Pasan varios pensamientos por mi mente pero me quedo con el hombre que tengo enfrente que luce tierno, casi indefenso, cuanta ironía... Sus abundantes cejas y pestañas adornan su rostro junto con un leve color rosa en sus mejillas, las sábanas blancas solo le cubren la mitad del cuerpo dejando a la vista su sensual torso tonificado, no había defecto físico en este hombre, seguro los ángeles lucían como él.
Se ve en paz y no quiero interrumpir su descanso más aún sabiendo que hace días no duerme bien. Lo detallo unos segundos más antes de darle un suave beso en la frente y otro en la mejilla, el pecho se me comprime por lo que me levanto con delicadeza y me visto rápidamente con el vestido que yace en el suelo, me dirijo a la puerta y giro el pomo con delicadeza, salgo al pasillo y de inmediato entro en alerta, ahora no me puedo pasear libre por el pasillo, en esta familia de fieras hay muchas que quieren casarme.
Me muevo con agilidad sin ser vista por nadie y salgo por la puerta trasera, necesito ir al quiosco. No tengo tiempo de ir por un caballo por lo que me voy corriendo y al llegar la respiración se me hace pesada pero ignoro todo y busco a Jorge, lo encuentro cortando madera al rededor del quiosco.
Lo llamo y sin decir nada sé que ya sabe lo que pasó.
—Lo siento... —trato de disculparme pero los brazos de Jorge no me lo permiten, me acuna y lo recibo con un nudo en la garganta.
—Está bien, esta bien, mi niña.
Lo estrecho con fuerza y siento que me reconforta, que pega nuevamente mis fragmentos rotos. Le agradezco a la vida por darme un padre como él.
No tengo que explicar nada por lo que cuando me siento mejor decido contarle el plan a seguir, será rápido porque ya no tengo tiempo. Le doy todas las indicaciones sobre caminos, pólvora, mapas y sucesos que se llevarán a cabo mientras huyen. Organizamos todo en poco tiempo y decido volver a la hacienda para planear y pulir los últimos detalles.
Me despido con un beso en la frente y me encamino a la casa, llego en poco tiempo y utilizo la misma entrada, me muevo con cuidado hacia la habitación y me adentro, me muevo hacia la cama y el sonido de la puerta cerrándose acompañada de una voz grave me hace maldecir.
—Pensé que todavía estaría revolcándose con mi hijo. —hablan con desprecio.
Me giro con el mentón en alto para enfrentar al general.
—No, eso ya lo hemos terminado de hacer. —lo molesto.
Noto su rabia cuando aprieta sus puños y se viene de inmediato contra mí. Pienso en retroceder pero no le doy el gusto, no me mostraré débil porque no lo soy.
Marcos me toma del cuello y me lleva contra la pared, el impacto me hace mierda las costillas y la espalda.
—¿Cual es su maldito problema? —lo encaro intentando soltarme de su agarre.
—Usted lo es. —contesta haciendo más presión sobre el agarre.
La piel me arde bajo sus dedos, el aire llega con dificultad a mis pulmones y no lo pienso dos veces cuando mando el arañazo que le raja la piel del rostro. El maldito me suelta mientras se queja y aprovecho para intentar huir pero a mitad del camino le devuelve nuevamente con un agarre brusco en el cuello, siento que en cualquier momento lo partirá.
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LASCIVIA. (Pecados Infernales)
Romance¿Que pasa cuando tus ansías de libertad cuelgan de un hilo entre el amor y la justicia? Me criaron con ideales religiosos y sumisos, donde el rey era mi amo y el negro mi esclavo. Dos opuestos donde mi mente oscilaba para quedar limpia de mis actos...