Victoria
El frío me calaba en los huesos y me consumía la piel, la madrugada había sido una de las peores noches de mi vida. Varias imágenes pasaban por mi mente, escenas de mi pasado, mi presente y lo que parecían ser visiones de mi futuro. Fuese lo que fuese tenía una fuerte corazonada acompañada de un amargo sentimiento, la culpa y la muerte de Delia.
Ver a Salvatore con su hermana muerta entre brazos me había roto el alma, no solo por ver cómo un hombre que creía insensible por mucho tiempo se rompía de esa manera, sino por su negación y todo lo que está conllevaba, no sé quiso despegar del frío cuerpo de su hermana en ningún momento, no cerró el ojo en toda la noche y la seguía protegiendo como lo hacía en vida. Por mi parte no podía dejar de sentirme culpable pues creía que de haber estado allí nada de esto hubiera sucedido, tal vez si todos no hubiesen estado tan concentrados en mi la hubiesen podido retener a ella, aunque eso hubiese significado una tragedia peor aún.
Cómo fuese, no me sentía bien y nadie parecía hacerlo. Isabel no podía dejar de ver a su niña, la imagen la martificaba, la consumía y no podía siquiera imaginar que tan difícil ha de ser para una madre perder a un ser que vino de ella y crio por años, con sus errores, victorias, amor, cariño y esperanza; la mirada de la madre de los Masaveu había cambiado, ya no había dulzura en sus ojos, mucho menos perdón y esos ojos verdes habían perdido su brillo característico, por primera vez me di cuenta de lo decidida que podía ser y temí por Marcos, no debió subestimar a su mujer.
Una de las más afectadas había sido Juana, pues tras la perdida de su gran amor varios habían comenzado a suponer varias cosas, nadie podía amar tanto a la ama sin que hubiese algo más... Yo lo supe hace mucho pero no me escandelice ante ello, amor es amor, no importa de dónde provenga. Intento darle consuelo a la hermana que me dió la vida mientras el dolor nos consume a ambas, yo también quería a Delia y justo ahora sentía su pérdida de una dolorosa manera.
No lograba comprender como alguien podía acabar con la vida de su familia, ¿Que tanta maldad y odio había en esos seres? Me impactaba en sobremanera, Delia era pura, noble y dulce, amaba a su familia lo suficiente como para dar la vida por ellos pero nunca imagino que también serían ellos quien se la arrebataran, acabaron con la inocencia de una mujer, le quitaron todo lo que tenía y la sepultaron para siempre.
El pecho se me carcome ante tantos pensamientos, quiero y sé que debo hacer algo pero hay tantas cosas que me abruman, siento que no seré lo suficientemente fuerte para lo que se viene y no porque no pueda, no dudo de mis capacidades sino porque todo conspira en mi contra, debo protegerlos a todos y por primera vez temo perder mi vida.
Ivette llega a la entrada y con un leve asentimiento de cabeza me indica que debo levantarme, ya todo está listo por lo que tomo la mano de Juana y salgo con ella envuelta en el llanto, le pido compostura e intenta darmela, sé que es fuerte y que podrá, perder al amor de su vida y ser juzgada tan cruelmente no puede ser satisfacción para nadie, no puede permitirlo y yo tampoco lo haré.
Afuera está toda la multitud y sus ojos se clavan en nosotras mientras caminamos, el círculo nos abre paso y llegamos al centro, allí está Delia sobre una improvisada cama de bambú y ramas, luce un vestido blanco y sencillo, sus cabellos están recogidos en una trenza larga que le despeja el hermoso rostro, un nudo se forma en mi garganta. Levanto mi rostro y del otro lado están Salvatore e Isabel, la segunda se ve completamente destruida y aunque intenta mantener la compostura todos entendemos su dolor.
El ojiazul no dice nada, solo observa el rostro de su hermana, se le nota un poco cansado pero en ningún momento la ira abandona sus ojos, los dos Masaveu se acercan a Delia y yo me alejo, no puedo estar tan cerca, no tolero si quiera mirarla sin sentir una amarga culpa. Su madre y hermano hablan con ella, la acarician, abrazan, confiesan y dejan rosas rojas sobre su pecho. Su hermano se aparta dándole prioridad a su madre y me busca con la mirada, al verme le pido con mi mirada que por favor no se acerque y aunque lo entiende le vale y viene hacia mí.
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LASCIVIA. (Pecados Infernales)
Romance¿Que pasa cuando tus ansías de libertad cuelgan de un hilo entre el amor y la justicia? Me criaron con ideales religiosos y sumisos, donde el rey era mi amo y el negro mi esclavo. Dos opuestos donde mi mente oscilaba para quedar limpia de mis actos...